LIBROS
El guardián de los secretos
‘El jefe de los espías’, de Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote, revela los trasfondos ocultos de los años de Felipe González en el poder a través de los archivos del teniente general Manglano
Emilio Alonso Manglano a su llegada al Tribunal Supremo, donde se celebra la vista por el secuestro de Segundo Marey por los GAL
Maquiavelo , el gran visionario del poder, dijo: «Los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven». Una frase que bien podría ilustrar el trabajo del teniente general Emilio Alonso Manglano ... , jefe de los servicios de inteligencia desde 1981 a 1995 y depositario de secretos de Estado que jamás habían salido a la luz.
Los periodistas Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote acaban de publicar ‘El jefe de los espías’ , un trabajo en el que estos dos profesionales de ABC bucean en los cuadernos, las agendas, las cartas y los archivadores del militar, fallecido en 2013. En total, 200 kilos de papel. Los cuatro años empleados en la tarea han valido la pena porque el libro será a partir de ahora una referencia no sólo para los historiadores que quieran investigar esos 14 años de la historia reciente de España sino también para cualquier ciudadano con curiosidad intelectual para entender las claves de lo que sucedió en ese periodo.
Alonso Manglano fue no sólo el guardián de muchos secretos de Estado . Fue confidente del Rey, formó parte de la cúpula militar y accedió a la más selecta comunidad internacional de inteligencia, además de ser hombre de confianza de Narcís Serra , su jefe y ministro de Defensa. Durante los años que gobernó Felipe González , el general no regateó esfuerzos para proteger a la naciente democracia española de amenazas externas e internas , aunque muchas veces bordeó la ley, como se desprende de sus escritos.
No hay duda de la valía intelectual de este personaje y de su afán de servir a España. Fue un militar honrado y con vocación de servicio al Estado y al Monarca . Ello le llevó a un dilema moral en el que su estricta ética personal entró en conflicto con muchos de los comportamientos de los que fue testigo. Casi siempre, optó por anteponer el interés público a las deplorables conductas privadas, algunas delictivas, de las que tuvo noticia por razón de su cargo.
La Historia le juzgará, pero de lo que no hay duda es de que este libro es un documento extraordinario, una valiosísima aportación para esclarecer lo que pasó en esa época posterior a la Transición cuando Felipe González llegó al poder tras la debacle de UCD y la consecución de una aplastante mayoría absoluta en 1982.
Antes de entrar en analizar su contenido, resulta esencial señalar que ‘El jefe de los espías’ es un libro que pone en evidencia la independencia y la honradez intelectual de Fernández-Miranda y de Chicote, que anteponen los hechos a cualquier otra consideración. La verdad es la verdad, sea Agamenón o su porquero quien la diga. Por ello, hay que resaltar también el valor que tiene la publicación parcial de su trabajo en ABC, siendo consciente el periódico del daño que las revelaciones de los papeles de Manglano podían hacer a determinadas personas o instituciones.
Neutralizar amenazas
El libro arranca en 1981 cuando Alberto Oliart , ministro de Defensa, le nombra a Alonso Manglano director del CESID , hoy CNI . Hacía unas semanas que se acababa de producir el fallido golpe de Estado de Tejero y el Gobierno que presidía Leopoldo Calvo-Sotelo necesitaba una persona que pudiera neutralizar la amenaza de otro intento de derribar la legalidad por la fuerza. «Si eres capaz de que ese teniente coronel sea director del CESID, tú y yo a dormir en Pikolín», le dijo el Rey a Oliart. Así fue. El nombramiento gozó de la total aquiescencia del Monarca. Alonso Manglano fue ratificado posteriormente por González y Serra, a los que sirvió lealmente hasta su renuncia.
Los primeros meses de Manglano en el cargo no tuvieron otra prioridad que neutralizar a los oficiales golpistas que presionaban para que Milans, Armada y Tejero fueran absueltos, mientras corrían los rumores de otro pronunciamiento para acabar con la democracia. No hace falta decir que Manglano, un militar de firmes convicciones democráticas y monárquico donjuanista , logró salir airoso en el empeño.
El general anota en sus cuadernos que, antes del golpe en el Congreso, la relación de Don Juan Carlos con Adolfo Suárez era pésima . El Monarca se lamentaba de los frecuentes desaires del presidente y líder de UCD. Y creía que Suárez se estaba extralimitando en sus funciones al asumir un papel que le correspondía al jefe del Estado. Su dimisión fue un respiro para el Rey, que, según las notas de Manglano, le entregó un millón de dólares al dejar el cargo.
Juan Fernández-Miranda (izquierda) y Javier Chicote, autores de ‘El jefe de los espías’
En este contexto, una de las revelaciones más importantes del libro es que el jefe del CESID recoge en sus agendas que el rey de Arabia Saudí le dio a Don Juan Carlos 36 millones de dólares para financiar la Transición . Igualmente, la casa de los Saúd le concedió un crédito personal de 50 millones de dólares al Monarca español, que obtuvo 18 millones de beneficio tras invertirlo. Posteriormente, hubo otros créditos hasta alcanzar la suma de 100 millones de dólares, que, según se desprende de las anotaciones de Manglano, no fueron devueltos. El Rey se hizo cargo también del pago de 600 millones de pesetas por la liberación de Diego Prado y Colón de Carvajal , hermano de su amigo y administrador, secuestrado por ETA.
El libro aporta también información inédita sobre temas cruciales para el Gobierno de Felipe González como la reconstrucción de las relaciones con Estados Unidos , su mediación en el conflicto entre árabes y judíos, la consulta para seguir en la OTAN o las tensiones internas entre Guerra y Boyer que llevaron a la dimisión del ministro de Economía en el verano de 1985.
Los 14 años de González en La Moncloa estuvieron marcados por una serie de escándalos y corruptelas que socavaron su credibilidad. Manglano fue testigo. Sus cuadernos y agendas nos ofrecen un retrato devastador del felipismo, absolutamente creíble por la buena sintonía del general con Serra y el presidente del Gobierno.
Conde, De la Rosa, los GAL...
Manglano incluye en sus apuntes una información pormenorizada de como Narcís Serra ordenó o autorizó el llamado Informe Crillon , encargado a la agencia Kroll para investigar a Mario Conde . El trabajo llegaba a la conclusión de que el banquero era una amenaza para el Estado con turbias conexiones internacionales. El informe constaba de cuatro entregas y fue pagado con fondos reservados, lo que siempre fue negado por Serra.
'El jefe de los espías'. Juan Fernández-Miranda y Javier Chicote. Roca Editorial, 2021. 456 páginas. 19,85 euros.
Es difícil saber si Manglano pensaba que algún día sus notas saldrían a la luz. Sea como fuere, no se autocensuró al consignar hechos como los pagos en Suiza a Amedo y Domínguez , autorizados por el Ministerio de Interior, para comprar su silencio sobre los GAL, el uso irregular de los fondos reservados, la adquisición de un chalé por parte del exministro José Luis Corcuera a través de un testaferro o el enriquecimiento de Rafael Vera . Todo lo cual revelaba la extremada corrupción de un régimen que ocultaba sus vicios privados mediante una exhibición de sus falsas virtudes públicas.
Especial interés tiene todo lo relativo al chantaje que sometieron al Estado dos personajes tan notables en los años 80 y 90 como Mario Conde, presidente de Banesto, y Javier de la Rosa, el representante de KIO . Respecto a este último, Manglano afirma que amenazó con difundir la lista de políticos del PSOE y del PP que habían recibido cientos de millones de dólares del holding kuwaití. La lista no se hizo pública y este asunto no ha sido aclarado, aunque bien pudiera ser que De la Rosa lanzara una cortina de humo para ocultar que ese dinero había ido a sus bolsillos.
Otra de las revelaciones del libro fue la lucha de poder en el seno del Gobierno de González , desatada por el impacto que el caso GAL tuvo sobre la credibilidad del presidente. Manglano menciona el resentimiento de Baltasar Garzó n al sentirse postergado por el jefe del Gobierno, la posterior venganza del juez de la Audiencia Nacional y el poder que acumuló Belloch al frente de Justicia e Interior.
Manglano asegura, y no hay por qué cuestionar su versión, que nunca llegó a despachar con González sobre la política antiterrorista o los GAL . Aunque elude entrar en la guerra sucia del Estado contra ETA, sí se esfuerza en dejar claro que el CESID no tuvo nada que ver en ello.
El último episodio de Manglano al frente de los servicios secretos fue la publicación por El Mundo de que los servicios de inteligencia habían grabado cientos de conversaciones al Monarca, algunos ministros, dirigentes de los partidos, jueces, banqueros y periodistas. El jefe del CESID achaca la filtración a Javier Perote , su ex jefe de Operaciones, argumentado que esas escuchas eran aleatorias, algo difícilmente creíble.
El asunto le costó el cargo al entonces vicepresidente Serra, al ministro García Vargas y al propio Manglano, que apunta a Mario Conde como el hombre que estaba detrás de Perote y que pretendía chantajear al Estado como venganza a la intervención de Banesto a finales de 1993.
Todo esto y mucho más se puede encontrar en las páginas de ‘El jefe de los espías’ , un trabajo que reivindica la importancia del periodismo en una sociedad democrática . Se ha dicho en más de una ocasión que el periodismo es la Historia del presente. Pero también lo es del pasado en la medida que nos aporta las claves para comprender lo que vimos y no entendimos, en palabras de Maquiavelo. Sólo cabe felicitar a sus autores por este libro que será a partir de ahora una referencia inevitable para quienes se dediquen a estudiar ese periodo que, con sus luces y sus sombras, explica muchas de las cosas que siguen condicionando el presente.