LIBROS
Gregorio Marañón, contemporáneo de su presente
Gregorio Marañón Bertrán de Lis publica el segundo tomo de sus memorias. Una intensa aventura: íntima y de profunda meditación religiosa
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Iniciar sesiónRecordaba el filósofo italiano Paolo Fabri que «es muy difícil ser contemporáneo de nuestro presente», por cuanto los atisbos, señales y símbolos de un presente requieren un lenguaje, una actitud, una mirada y un pensamiento que reflejen cada momento vivido. Todo relato está escrito ... en un tiempo y en un lugar determinados. Memorias de luz y niebla de Gregorio Marañón Bertrán de Lis (Madrid, 1942) es -de quien ha sido «testigo de casi todo» de la vida española en buena parte de la segunda mitad del siglo XX y estas primeras décadas del XXI- la feliz conjunción de diversos «momentos de vida» (Virginia Woolf), de una serie de «epifanías» (Joyce) o de «momentos de la sensación verdadera» (Peter Handke) que suman, en este caso, la intensa aventura íntima y emocional de profunda meditación religiosa, la apasionante crónica política de unos años decisivos para España, los éxitos y decepciones empresariales, la vocación de servicio a la cultura y, de manera recurrente, el valor insoslayable de la familia y la amistad . Todo escrito como relámpagos de la memoria, iluminaciones en la sombra, de ahí el sugestivo título del volumen.
Claro que al lector le interesa lo que se cuenta, esos pasos que marcan una vida. En la de Marañón Bertrán de Lis, la honda presencia de la obra de su abuelo paterno , su llegada a la Facultad de Derecho madrileña, los amigos que se forjan allí para siempre, su participación en la oposición al régimen franquista y lo que sería el comienzo de la Transición y la creación de la UCD, su presencia en la vida empresarial , de manera especial su honda participación en el Banco Urquijo, con todo lo que esta entidad significó para el mecenazgo cultural a través de la Sociedad de Estudios y Publicaciones. Ahí, en esos años, se encuentra la irrupción y el fortalecimiento de un brillante carrera profesional como abogado que recorrerá, y ahí sigue, diversos ámbitos y en todos mostrando un hacer sereno, moderado y mediador.
Elegancia de estilo
Unas memorias interesan por lo que se cuenta. Pero la clave, cuando se convierten esos momentos, hechos, nombres en libro está en cómo se cuenta. Marañón posee, ya lo advirtió el lector en Memorias del Cigarral (2015) una característica poco común, excepcional: la elegancia del estilo. O el estilo de la elegancia narrativa. No esquiva la niebla (hay pasajes más que sabrosos que uno no desvelará porque la intención es que lean el libro), ni tampoco ignora los nombres envueltos en la niebla, pero logra que la narración avance , se deslice sobre la página con un sentido de claro desvelamiento de «una vida bien cumplida».
Porque no queda lo que se vivió en esos relámpagos que la memoria conserva, queda lo que se escribe, y lo escrito aquí logra una extraordinaria complicidad con el lector . Entre las diversas formas, usos y maneras de enfrentarse a unas memorias destaca una entre todas, bien sencilla: la diferencia que va de dudar de sí mismo o dudar de los demás. Lo quevedesco frente a lo cervantino. Buena parte de las memorias de autores españoles se decantan por lo quevedesco, sí, dudar de los demás. Pocas, de dudar de sí mismo, lo cervantino. Marañón está entre los segundos .
Culmina con una profunda convicción: la cultura, centro de la sociedad
Tras la lectura del libro uno descubre que el autor afronta la memoria desde la perspectiva de un proceder siempre regido por la conciencia de saber que la vida nunca está en orden. Que asombros, alegrías y decepciones forman «el argumento de la obra» (Gil de Biedma). En un breve cuento de Borges alguien corta una tela, lo hace sin una dirección precisa, ni dibujo previo, pero cuando termina descubre que lo que se refleja es el perfil de su cara. Una vida es algo único, sin posibles vueltas atrás. Lo que se hace y se dice es aquí y ahora. No es tarea fácil enfrentarse al autorretrato y sentir, en esa galería que recorre años, seres queridos, azares, hechos y dichos, fogonazos imprevisibles, que todo ha tenido un sentido.
Marañón, en su escritura culmina con una profunda convicción, quizá, suma y resumen: la cultura como el centro de una sociedad, por fin, «contemporánea de su presente.»
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