Fernando Sánchez Dragó, la vida como argumento

Todos ponderaron la obra, pero hubo uno que señaló las huellas seguidas por Dragó en su inmensa obra, que sería Premio Nacional de Ensayo , Caro Baroja quien recordó la presencia en las páginas de tal historia mágica de la sombra de los Heterodoxos de Marcelino Menéndez Pelayo . Y la vida sigue. Dragó recorre una senda en la que vida y literatura se funden. La vida como argumento de la obra. La vida que se vive y la que se sueña. Dragó acaba de publicar el segundo volumen de sus memorias. Galgo corredor. Los años guerreros (1953-1964) , para recordar que toda escritura es autobiográfica . Aventurero, polémico, provocador, culto, romántico, cervantino y quevedesco (si el oxímoron es posible), pícaro, caprichoso, pero sobre todo, libre, tan libre que a veces se despeña, pero ahí está la esencia de la libertad .

Este libro es una parte sustancial de la historia de España en el comienzo de la segunda mitad del siglo XX. Miembro, y creador del término, de la Generación del 56 , la primera insurrección antifranquista, con la correspondiente detención y pase por Carabanchel, con la retirada del pasaporte, con la huida a Italia, con la presencia en los círculos del Partido Comunista de España en París, este «galgo corredor» desde entonces no ha parado, ni parará. Jugador a varias bandas, aquí se desliza entre la pasión de vivir, y las diversas y enjundiosas historias de amor . La cuestión es vivir al filo de la navaja. Cuando llegamos al final de sus páginas apenas ha cumplido veintiocho años y pareciera que ha vivido sesenta. Y a qué ritmo. La intensidad es su lema. De Montaigne a Casanova , de Whitman a Miller (Henry). Escritas con la pulsión de cada instante, su prosa es cercana, castiza, contagiosa, cómplice. La de un bendito hereje sin remisión. Por muchos años.

Hay películas que deberían programarse en los institutos de Enseñanza Media para que los jóvenes de hoy descubrieran de dónde vienen y qué sociedad tan distinta se han encontrado. Una de ellas es Surcos . Por los años de las memorias de Dragó. Espléndida, dura, el neorrealismo en carne viva contado en Lavapiés, Legazpi, Atocha . Se adelanta al Visconti de Rocco y sus hermanos (1960) y cuenta el éxodo rural a la ciudad y las sombras que acechan a los desheredados de aquí y de allí. Interpretaciones memorables, guion sin concesiones y desamparo a raudales.

Por Lavapiés, en la calle de Mesón de Paredes, nº 13, la Taberna de Antonio Sánchez . Por allí se cruzarían los personajes de Surcos y el joven Dragó. Intactos los azulejos, el rabo de toro, la tortilla con callos, las estampas taurinas, y los ecos de tantos que por allí pasaron: Zuloaga, Baroja, Camba, Marañón. La vida como argumento y las tabernas, su escenario.