Félix de Azúa: «Mi placer cultural culposo es el Negroni»

¿Cuál es la obra maestra que sabe que debe leer y que siempre se le ha resistido?

La Divina Comedia , de Dante. Alighieri. Nunca he pasado del Infierno. Lo intentaré de nuevo con la ayuda de Andrea Rizzi.

¿Qué canta debajo de la ducha?

No canto.

¿Cuál fue el primer disco que compró y dónde?

Era un elepé de Béla Bartók: el Concierto para orquesta . Yo tendría entonces sobre los 18 años. En Barcelona, cuando aún existía.

¿Qué disco regalaría o recomendaría siempre?

La Octava sinfonía de Bruckner. Por Jochum o por Celibidache.

¿Hay alguna música que le resulte insoportable?

Toda la que suena por encima de lo soportable y rompe los oídos.

Serie adictiva que no podía dejar de ver...

No veo series porque no tengo con qué. Mi televisor va con leña.

Su película de cabecera es...

Muchas. Desde El general Della Rovere , de Roberto Rossellini, hasta Pickpocket , de Robert Bresson.

¿En qué creador le gustaría encarnarse?

En ninguno. Suelen llevar vidas tediosas o trágicas. Seguramente lo mejor sería encarnarse en un Gonzalo de Berceo y tomarse unos vinos con los labriegos.

Su poeta de cabecera.

Hölderlin.

¿Tiene un verso favorito?

«Estos días azules y este sol de la infancia», de Antonio Machado.

La obra de arte que más le fascina.

Todo Goya. Pero si he de separar uno sería el autorretrato con el doctor Arrieta.

No puedo con el movimiento artístico...

Todo aquel que quiere dar una lección de moral y mostrar la superioridad del autor.

¿Proust o Jo Nesbø?

Proust, aunque a veces también Simenon.

¿Cuál es su placer cultural culposo?

El Negroni.