ARTE
Dalí como escenografía, Calatrava como escenario
La estación de tren diseñada por Santiago Calatrava para la ciudad belga de Lieja acoge una exposición sobre Salvador Dalí que se aparta de lo habitual y prima la escultura y la teatralidad
MANUEL MUÑIZ
Mucho se ha hablado en Lieja y en Bélgica del hecho de que esta exposición «una» a Santiago Calatrava y Salvador Dalí –el uno como continente, el otro como contenido–, como si eso produjese un fenómeno de realimentación entre las obras de ambos. ... Lo cierto es que esto resulta, en parte, dudoso. Es cierto que las esculturas de Dalí colocadas enfrente de la estación y en la apertura de su nave principal funcionan como reclamo; también que uno y otro comparten la tendencia a la espectacularidad. Pero no se genera un diálogo claro entre ambos. Los elefantes y figuras humanoides de Dalí se pasean por delante de la estación de Calatrava –que tiene algo de gigantesco fósil de ballena –, pero no terminan de unirse a ella.
La exposición propiamente dicha, por lo demás, está en un recinto de exposiciones dentro de la estación donde la estética de Calatrava está más bien ausente. Se trata de un cubo blanco bastante clásico , si acaso de un techo más bajo de lo normal por las limitaciones que le imponen las necesidades de la estación propiamente dicha. Calatrava está fuera, Dalí dentro.
Espíritu teatral
Pero esto no es realmente un problema, ya que la exposición merece en sí misma la visita . Hablando de Dalí parece que ya está todo mil veces dicho, visto y sabido. Pero esta exposición consigue salirse por la tangente, presentar aspectos de la obra de Dalí poco trillados y hacer que lo archisabido y hasta tópico resulte –al menos– visualmente divertido y ameno .
El espíritu de esta exposición es, ante todo, teatral. Desde la primera sala nos encontramos con decorados y teatrillos que reproducen las obsesiones dalinianas a través de sus iconos más conocidos. Ojos, relojes blandos, conchas, huevos, reproducciones de la Venus de Milo y otros motivos habituales de la obra de Dalí se reproducen en la decoración de las salas, ayudando a crear espacios temáticos donde encajar la obra del artista catalán. Y se empieza fuerte, con una selección de frases dalinianas en las que dominan –no podía ser menos– las «boutades». Tras esto se pasa a una sección sobre la niñez de Dalí y las obsesiones que le acompañaron durante ella: la sombra de su hermano muerto cuyo nombre llevaba , el « Angelus » de Millet como eterna referencia…
La pintura está casi ausente en esta exposición, que se centra en las esculturas, los grabados, las cartas del tarot, los objetos surrealistas
La segunda parte de la exposición es sobre el desarrollo del surrealismo, la relación con Gala, el método paranoico crítico; Dalí en su apogeo, creando estilo . Finalmente, la última sección es la del «Avida Dollars», el Dalí triunfante, famoso, personaje público y ante todo personaje, que podía vender cualquier objeto diseñado por él con sólo firmarlo , por lo que se permitió incursiones en campos tan peregrinos como la perfumería.
Y en lo que se refiere a la obra de Dalí aquí expuesta (repartida con bastante buen criterio entre los distintos apartados) esta exposición funciona perfectamente como complemento a exposiciones de grandes museos , como la realizada en 2013 por el Reina Sofía. En Lieja la pintura está casi ausente : de las más de 90 obras de Dalí presentes en la exposición, sólo dos son pintadas, «Los elefantes» (1948) y «Ojo adornado con flores» (1942-1944), esta última parte de los decorados que realizó para su ballet «Tristan loco». Hasta la pintura es aquí eminentemente teatral.
El “show” de Dalí
El grueso de la exposición, pues, es el Dalí poco conocido; ¿un Dalí menor? Secundario, más bien, pero también interesante . La muestra se centra en las esculturas, los grabados, las cartas del tarot creadas como «collages», la joyería, los objetos de diseño … Hay obras muy conocidas, como el «Elefante triunfante», la «Mujer en llamas», la «Metamorfosis topológica de la Venus de Milo atravesada por cajones» o algunos de los objetos surrealistas, como el «Sofá Mae West» o el «Busto de mujer retrospectivo». Pero gran parte de la exposición recoge piezas que la mayoría de los visitantes desconocerá totalmente .
Esta no es la exposición de Dalí definitiva, pero es sin duda un buen show daliniano, colorido, con sorpresas y muy teatral . Cabe sospechar que a Dalí le hubiera gustado.
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