ARTE

Bien sobre el papel. Mal en la práctica

«Itinerarios» (Fundación Botín) y «Generaciones» (La Casa Encendida) coinciden esta vez en algo: levantan grandes expectativas con sus seleccionados, que no saben resolver sus propuestas

«Apátrida», pieza de Núria Güell para «Generaciones»

LAURA REVUELTA

« Itinerarios » y « Generaciones » son dos de los encuentros más veteranos en su compromiso con el apoyo al arte contemporáneo más joven . «Itinerarios», cuyo destino está vinculado al de la Fundación Botín en Santander, va por su vigésimo segunda edición. «Generaciones», ... cuyo nombre se asocia ya casi inconscientemente al de La Casa Encendida en Madrid, cumple dieciséis años. Está claro que a ambos «certámenes» no se les puede negar fidelidad a la causa joven y contemporánea hasta el último aliento. También es cierto que e l nivel siempre ha sido de notable alto . De ahí que para un artista en proceso («in progress») ver su nombre y obra en la lista de los seleccionados supone más que subir un escalón en el currículum. De cada edición, aquellos que estamos al otro lado de la barrera, siempre sacamos algunos que apuntar en la agenda para tener en cuenta . Hasta aquí, todo lo bueno, que no es poco, pero antes de seguir con los encuentros, uno por uno y por separado, conviene hacer una apreciación conjunta cuyo resumen se condensa en el título de esta reseña: «Bien sobre el papel. Mal en la práctica». Lo explico, más si cabe: a la inmensa mayoría de los artistas se les da fenomenal pergeñar en palabras y conceptos un proyecto que abre el apetito, tanto, tanto, que cuando llega la hora de verlo hecho obra las expectativas se desinflan .

«Itinerarios XXII», en la Fundación Botín de Santander, lleva como título genérico «Renderizando la realidad» , y ha contado con la supervisión o comisariado de Benjamin Weil , un punto extra de «conceptualización» y de prestigio internacional al proyecto. Sus «chicos» de «Itinerarios» han ocupado las salas tras la estela de Sol Lewitt (último en exponer en estos espacios). No es moco de pavo. Pasamos de sus líneas argumentales rectilíneas a estas bien distintas que se hacen un poco obtusas en la enunciación («Renderizando la realidad»). No obstante, todo se traduce en cómo nos manejamos en esta sociedad de la información y de la uniformidad , donde se superponen capas y capas; niveles y niveles... Los artistas aquí reunidos intentan iluminar de muy distintas maneras esta experiencia, pero, lo dicho unas líneas más arriba...

Sutiles, pero crípticos

Daniel Barroca (Lisboa, 1976) expone «Circular Body»: una sencilla instalación visual y sonora que viaja a la memoria propia y a los recuerdos ajenos. Karlos Gil (Toledo, 1984) monta «Reduced Size Machine» y «Like Potted Plants in an Office Lobby» conforme a los parámetros escultóricos que revolucionó en el siglo XIX Benjamin Cheverton . Un montaje escultórico de líneas sutiles pero crípticas, como casi todo lo aquí expuesto. Nuno da Luz (Lisboa, 1984) desarrolla «Radio Shanghai», que, más allá de la complejidad técnica, busca captar aquellos sonidos que sobrevuelan el anonimato de las ondas. Paloma Polo (Madrid 1983) produce una película en el entorno de Filipinas, con el testimonio oral de uno de sus líderes, en la que aborda otras formas de funcionamiento en comunidades autosuficientes. Sara Ramo (Madrid, 1975), en su vídeo «Los ayudantes», viaja a la selva amazónica para captar la simbología de lo ritual. Teresa Solar Abboud (Madrid, 1985) se desplaza en el vídeo «Al Haggara» a sus ancentros en el monte Mokattam de El Cairo: de los barrios coptos a los campos de golf. Belén Zahera (Madrid, 1985) indaga en la mutación de los significados y toma como ejemplo el rastro de una animal extinto en el siglo XVII. ¿Complejo? Sí, pero quédense con las figuras moldeladas en 3D con tableros de madera. Explicado uno por uno, duro. El montaje en sala armoniza el conjunto.

A la mayoría de estos artistas se les da fenomenal pergeñar en palabras un proyecto. A la hora de verlo hecho, se desinflan

De «Generaciones» en la Casa Encendida me vine con un cargamento de fotografías en el móvil, pero no de las obras en sí, sino de las cartelas, de las explicaciones de las piezas, del por qué y el cómo. Y, de verdad, que me quedé alucinada del poder evocador de todos los proyectos, pero me supieron a poco las puestas en escena (las obras) de cada uno. Ignacio Bautista (Madrid 1982) baña de «oro» colonial objetos anodinos. Eva Fábregas (Barcelona, 1988) «alucina» en una animación con una pieza (el primer sofá desmontable) de Charles y Ray Eames . Sentido del humor de color rosa chicle. Enric Farrés Duran (Gerona, 1983) prepara para mí el trabajo más decepcionante: recorrer la memoria perdida en recortes, papeles y señales abandonadas en los libros. He aquí la idea. El resultado: una hilera de archivadores.

J. Ferrater (Barcelona, 1980) investiga sobre las ideologías de la voz. Núria Güell (Gerona, 1981) en la nacionalidad impuesta. Tamara Kuselman (Buenos Aires, Argentina, 1980) interpreta el relato de Cortázar «Casa tomada». D. Martín Corona (Madrid, 1980) dibuja con las marcas de seguridad de los billetes. David Mutiloa (Pamplona, 1979) se «enreda» con el diseñador E. Sottsass . Julia Valera (Madrid, 1986) centra su montaje escultórico en pantallas de plasma rotas. Y Juan Zamora (Madrid, 1982) desdibuja su lado más característico entre culturas indígenas y loas al agua.

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