Policías que vigilaron los huesos dicen que la cadena de custodia jamás se rompió
Varios de los agentes que participaron en los múltiples traslados de los restos para su análisis repitieron que las cajas «estaban totalmente precintadas»
DAVINIA DELGADO
SIN mostrar ni un sólo atisbo de duda y con una rotundidad pasmosa, los agentes que participaron en la vigilancia y protección de los restos óseos que, presuntamente, pertenecen a los hermanos desaparecidos en Córdoba el 8 de octubre de 2011, garantizaron ayer que la ... cadena de custodia de los restos «jamás se ha visto vulnerada». Así se pronunciaron durante la vista oral al padre de los niños, José Bretón, que se enfrenta a 40 años de cárcel por el supuesto infanticidio de sus propios hijos. La defensa insiste en que se rompió.
Todos estos testigos fueron unánimes al aseverar que las cajas que contenían las muestras «siempre estuvieron precintadas» antes de ser sometidos a los análisis que se practicaron para determinar su origen. Cabe recordar que hubo un primer informe emitido por la perito Josefina Lamas, que concluyó que pertenecían a pequeños roedores.
De este modo, después de que los restos fueran recogidos de la hoguera que el acusado hizo la tarde de autos en su finca de Las Quemadillas, y analizados por Lamas los días 9, 10 y 11 de octubre, quedaron depositados en las dependencias de la Brigada de la Policía Científica de Córdoba, donde permanecieron en un despacho bajo llave. El 13 de ese mismo mes, los huesos fueron llevados hasta Sevilla. El objetivo, estudiar un botón metálico y un trozo de tela que se encontraron entre los rescoldos de la inquietante fogata.
El siguiente traslado de las muestras, según relataron los comparecientes que acudieron ayer al plenario, se produjo el día 25 de octubre. «Recogí, junto con otro compañero, la caja que contenía la prueba y las dejamos de nuevo en la sede de Policía Científica de Córdoba», manifestó uno de los agentes que participó en la custodia de los restos. «Estaba precintada», manifestó. De ahí pasaron al Juzgado de Instrucción número 4, encargado de la investigación, el día 28 y ya no se tocaron más hasta el 17 de febrero de 2012, cuando dos cajas que contenían, sobre todo, restos de cenizas, se entregaron, de nuevo, al grupo de Homicidios para posteriores estudios.
Los huesos no se enviaron a Madrid hasta el 16 de marzo del citado año para que los técnicos de la Unidad Central de Análisis Científicos determinasen la presencia de acelerantes. Una funcionaria de este departamento que compareció ayer repitió lo que sus compañeros: la caja estaba intacta, con el preceptivo precinto.
A partir del 27 de marzo, las muestras quedaron custodiadas en el depósito del grupo de Homicidios de la capital y ya no se volvieron a tocar hasta el 14 de agosto, cuando el forense Francisco Etxeberria entró en escena para cambiar el curso del caso.
Precisamente, el agente encargado en ese periodo de la vigilancia de los huesos aseguró ayer que estuvieron debidamente protegidos. Eso sí, corroboró que las cajas con las muestras número 7 y 8 —que se encontraban en el interior del contenedor principal precintado— «sí estaban abiertas y había algunos fragmentos esparcidos». Éstos fueron los restos analizados por el laboratorio químico.
La muestra número 8
También recordó que del cúbito etiquetado como pieza 8 no quedaba nada, algo normal puesto que se encontraba en muy mal estado y fue una de las escogidas para comprobar el uso de combustible, por lo que pudo desintegrarse en el proceso.
Así, el precinto de la caja se volvió a romper el 14 de agosto. El antropólogo Etxeberria examinó los restos en las instalaciones del grupo de Homicidios de la Comisaría General de Policía Judicial «y ya dijo que, sin ninguna duda, los huesos eran humanos», apuntó el funcionario que elaboró el informe sobre la cadena de custodia.
El abogado de Bretón, José María Sánchez de Puerta, trató de sembrar dudas sobre una supuesta cita el 13 de agosto entre la Policía y el forense en un bar, donde, tal y como insinuó el letrado, se le enseñaron algunas de las muestras —entre ellas, la que desapareció, la número 8— sin la debida autorización judicial. «Eso es totalmente imposible», respondió el testigo.
El recorrido que a continuación siguieron los restos óseos fue el siguiente: La caja se volvió a abrir en dos ocasiones más. El 21 de agosto, para que estudiase las piezas el doctor en Ciencias Biológicas y Paleoantropólogo José María Bermúdez de Castro. Y el día 27, cuando el Instituto Nacional de Toxicología trató de extraer el ADN. Allí permanecieron hasta la celebración del juicio.
Entre las declaraciones relativas a los huesos de los agentes que comparecieron ayer, destacó la del agente sombra que estuvo con el procesado antes y después de su detención. Sánchez de Puerta realizó al testigo una batería de preguntas para tratar de confirmar su teoría de que la hoguera de Las Quemadillas fue manipulada y que los fragmentos óseos que había entre las cenizas no son los mismos que fueron analizados con posterioridad. Es su principal línea de defensa y la explicación que da al hecho de que Lamas rubricara un primer informe que asegura que los restos son de pequeños animales y no humanos (más concretamente, de dos personas de 2 y 6 años).
«¿Alguno de los agentes tocó la fogata?», preguntó el letrado, a lo que el policía respondió que «No. Es cierto que había pisadas, pero es que la hoguera se la encontraron, es decir, no sabían que estaba ahí. Pero jamás vi que nadie la removiera. Teniendo en cuenta las circunstancias, la protección fue absoluta», manifestó.
A continuación, el abogado centró su intervención en la presunta falta de autorización a Etxeberria para que viese imágenes de los restos antes de que procediese a su estudio. Sánchez de Puerta mantiene que el antropólogo vio esas fotografías sin que el titular de Instrucción 4, Rodríguez Lainz, diese su visto bueno. El agente sombra de Bretón fue contundente: «sí se comunicó al juez. En cualquier caso, no era precisa su permiso para que el experto viese esas fotos», dijo.
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