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PRETÉRITO IMPERFECTO

Bretón y la verdad

Le condenaríamos por la ley más sádica con el corazón; pero con la razón querríamos atar más cabos de los que andan sueltos

FRANCISCO J. y FRANCISCO J.

San Agustín decía que «sólo en el interior del hombre habita la verdad». No importa la morada que halle. Aunque se tope con el averno. Aunque la maldad la confunda. Aunque la sed de venganza alcance su máximo umbral, como Medea mató a sus hijos ... por un desamor, la verdad seguirá estando ahí. Y su fuerza no podrá ser derrotada por las trincheras de los hombres que la interpreten. Pero Bretón tuvo que quemar a Bretón en aquella hoguera para liberarse de la verdad que no soportaba y construir otra muy distinta que intenta defender ahora como un castillo de arena frente a un océano. Bretón ya no conoce a Bretón, y estos días escucha en permanente tensión y despiadada frialdad cómo era antes de calcinarse en aquella fogata. Ni siquiera fingiendo le sale el auténtico hombre, padre, marido e hijo que un día aspiró a ser y quedó oculto entre un bosque de descalificativos y defectos que esta semana han desfilado por el tribunal con jurado que le juzga por el presunto fratricidio de sus vástagos Ruth y José. En su interior habitaba la verdad, pero ya está perdida, y nunca la sabremos.

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