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EL PULSO DEL PLANETA

La caída del Capitán Timo

La caída del Capitán Timo ABC

M. J. ÁLVAREZ

No es un timador cualquiera, tiene galones y lleva media vida dedicado al «arte» del engaño. En su última «hazaña», obtuvo un botín de más de 30.000 euros

es un maestro en el «arte» del engaño. Un avezado estafador con galones que lleva casi medio siglo dedicándose a timar a sus víctimas con el ardid de ser un influyente militar con exclusivas relaciones. En su «currículum delictivo», José Manuel Quintía Barreiros, de 72 años, ha sido coronel del otrora Cesid, asesor del ministro de Defensa y marqués de Villarias y Caballero de la inexistente Orden de Yuste, entre otros camelos.

Este ferrolense se hace pasar siempre por un militar de alta graduación, dada su megalomanía, según le convenga: almirante, capitán de navío, de fragata, coronel del Ejército, comandante de la Marina... De todo ello, de su exquisita educación y de sus dotes de persuasión, se ha servido el bautizado como «Capitán Timo» para embaucar a sus víctimas y realizar ilícitos negocios ligados a dependencias militares.

Se creó un mundo ficticio que le ha llevado a cometer más de una treintena de delitos –el primero, en 1966–, que le han reportado suculentos beneficios y por alguno de los cuales ha acabado con sus huesos «de caballero de alta alcurnia» en la cárcel. No se había vuelto a saber nada de él desde su condena a tres años de cárcel en abril de 2005, por estafar más de 25.000 euros a un matrimonio gallego para el que iba a conseguir que le dieran una licencia para levantar un negocio en un edificio de una residencia militar de La Coruña.

Su última «hazaña» le ha devuelto a la actualidad. Esta vez, no se ha rodeado del séquito que solía acompañarle en el pasado, vinculado a las Fuerzas del Orden. Ahora se valía de su elevado coeficiente intelectual y de su relumbrón para seguir apoderándose del dinero ajeno. Eso sí, siempre con la excusa de formalizar contratos vinculados a servicios militares, tales como cantinas, peluquerías, lavanderías, limpieza –en cuarteles ficticios o reales– o empleos de conductor en bases militares. Tras recoger el dinero que exigía a las víctimas como adelanto, desaparecía sin dejar rastro.

Con su arresto, el pasado día 13, la Policía Nacional ha esclarecido seis delitos de estafa con los que ha obtenido más de 30.000 euros en apenas nueve meses. El «Capitán Timo» fue sorprendido por los agentes en plena acción. Cerraba un trato con un hombre que le había entregado 900 euros de los 12.000 exigidos para agilizar la concesión del bar de un cuartel inexistente. Esta vez sus dotes de embaucador no convencieron a la víctima, quien denunció lo que le había ocurrido con un venerable coronel del Ejército. En el bar El Chuletón, en Tetuán (Madrid), fue esposado, y está otra vez entre rejas. Portaba un carné militar falso.

Su mayor estafa la llevó a cabo en febrero pasado, cuando logró que otra persona le diera 22.000 euros por tramitarle la documentación como conductor autorizado de la base militar de Colmenar Viejo. La segunda más sustanciosa la efectuó el 16 de noviembre de 2012; esta vez, la entrega fue de 9.000 euros, con el fin de que el «cliente» regentara la cantina de la base militar de Torrejón de Ardoz.

Escurridizo y camaleónico –no en vano ha llegado a utilizar once identidades distintas–, esta vez el «Capitán Timo» ha errado en su estrategia.

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