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Hallan los restos de uno de los primeros meteoritos que cayeron a la Tierra

Pequeños fragmentos de piedra descubiertos en Australia revelan el impacto de una roca espacial hace casi 3.500 millones de años, el más antiguo que se conoce hasta ahora

No todos los meteoritos trajeron agua a la Tierra

En la ilustración, la Luna recibe el impacto de numerosos meteoritos durante el 'Gran bombardeo', hace cerca de 4.000 millones de años Australian National University
José Manuel Nieves

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La Tierra, junto a la Luna y el resto de los planetas interiores del Sistema Solar recibió, hace unos 4.000 millones de años, el impacto de incontables meteoritos durante uno de los episodios más violentos de nuestra historia: el 'Gran bombardeo'. Las 'cicatrices' de aquél periodo, que duró varios cientos de millones de años, aún son visibles en mundos sin atmósfera, como Mercurio o la Luna.

En aquella época lejana, hace alrededor de 3.500 millones de años, uno de esos meteoritos chocó contra lo que hoy es Australia Occidental y dejó sus huellas en un grupo de rocas volcánicas conocidas como Formación Dresser. Y ahora el geólogo Christian Köberl, de la Universidad de Viena, las ha encontrado. El inusual hallazgo fue hecho público por el propio investigador el pasado 14 de marzo durante su charla en la 54 Conferencia de Ciencias Lunares y Planetarias de Texas.

Encontrar, y poder datar, rocas tan extremadamente antiguas es algo muy difícil, ya que la constante actividad geológica y biológica (terremotos, erupciones, agentes atmosféricos, bacterias, etc) desgastan y transforman continuamente la corteza de nuestro planeta. Por eso, a diferencia de otros mundos, la superficie terrestre ha 'borrado' las huellas de aquella etapa de violencia extrema. «Si miramos unos 3.500 millones de años atrás -afirma Köberl-, sólo encontraremos un porcentaje muy, muy pequeño de la corteza terrestre de esa edad».

A pesar de lo cual, Köberl y sus colegas han conseguido hallar pruebas del impacto de un meteorito ocurrido hace 3.480 millones de años, lo que supone la evidencia de colisión más antigua contra la Tierra conocida hasta ahora. Los anteriores impactos más antiguos se hallaron en dos depósitos, uno en Australia y otro en Suráfrica, que tienen 3.470 millones y 3.450 millones de años.

Esférulas de roca

Las pruebas de la colisión llegaron en forma de una serie de diminutas esferas de roca, cada una de menos de un mm de diámetro, halladas en varias capas en diferentes núcleos de perforación tomados en Australia Occidental. Esa clase de esférulas se puede formar de formas diferentes, pero una de ellas (la más interesante) es cuando el meteorito golpea el suelo y salpica 'gotas' de roca derretida a su alrededor. Al solidificarse, esas gotas dan forma a las esferas de piedra.

Para averiguar si éste era el caso y las esférulas procedían realmente de un impacto, los investigadores las analizaron con una serie de técnicas de vanguardia. «Los componentes extraterrestres -dijo Köberl- dominan la composición de estas capas de esférulas«.

Dichos componentes, raros en las rocas terrestres pero abundantes en los meteoritos, incluyen altos porcentajes de iridio, algunos isótopos de osmio y también minerales llamados 'espinelas' de níquel-cromo. Algunas de las esférulas también tenían formas características de mancuerna y lágrima, con burbujas en su interior, algo común en las esferas de impacto debido a cómo se solidifican tras el choque del meteorito. Los granos recién descubiertos, de hecho, son casi idénticos a los ligeramente más jóvenes que los investigadores han encontrado ya en Australia y Sudáfrica.

Encontrar impactos de meteoritos tan antiguos resulta importante porque ayudan a reconstruir la historia de nuestro planeta. Sin ir más lejos, las condiciones reinantes en la Tierra primitiva dependían, en gran medida, del número de meteoritos que la bombardearon en un momento dado. «Varias de estas capas de esférulas -concluye Köberl- se encontraron en varios de estos núcleos de perforación... probablemente representan al menos dos, tal vez tres eventos de impacto individuales diferentes». Ahora, los investigadores trabajan para comprender mejor el significado de la distribución de esas capas y descubrir cómo afectan a nuestra comprensión del bombardeo de meteoritos hace miles de millones de años.

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