El enigma de las esferas de hace 1,4 millones de años, ¿quién y para qué las fabricó?

Los misteriosos objetos no parecían tener ningún propósito concreto y dio comienzo un debate que lleva más de seis décadas sin resolverse. Un debate, por cierto, alentado por numerosos descubrimientos similares en otros yacimientos africanos y euroasiáticos. Clasificados como 'esferoides', estos orbes de roca aparecen muy a menudo en el registro fósil, a lo largo de un amplio arco de tiempo que empieza hace alrededor de dos millones de años y termina hace unos 70.000.

¿Hechas intencionadamente o simples descartes involuntarios, restos de la fabricación de otras herramientas? Y si fueron fabricadas, ¿cuál era su finalidad? Estos orbes rocosos, de hecho, no parecen tener ninguna utilidad observable y muchos creen que podrían ser escombros producidos al fabricar otras herramientas. O incluso 'fabricadas' por caballos al golpear repetidamente un suelo rocoso con sus cascos.

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José Manuel Nieves

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Ahora, un equipo de investigadores israelíes y españoles (de la Universidad Hebrea de Jerusalén y del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución social) han aportado algo de luz al misterio, y aunque el propósito de los esferoides sigue sin estar claro, su trabajo parece confirmar que nuestros antiguos parientes fabricaron intencionadamente las esferas, y tal vez no por una razón práctica, sino por el puro placer de crear un objeto simétrico.

Hace ya tres años, en 2020, los mismos investigadores anunciaron que estudiarían más de un centenar de estas extrañas piezas de Ubeidiya aplicando nuevos métodos de análisis. Y ahora los resultados de ese trabajo acaban de ver la luz en 'Royal Society Open Science'.

Para resolver el debate, el equipo de científicos desarrolló un nuevo y sofisticado programa de análisis 3D que es capaz de medir ángulos en la superficie de un esferoide, calcular el nivel de curvatura de la superficie y determinar el centro de masa del objeto. Con ese software, analizaron decenas de escaneos 3D de 150 esferoides de Ubeidiya, donde hace un millón y medio de años vivía Homo erectus, uno de los primeros fabricantes de herramientas que se conocen.

Los investigadores midieron con precisión los ángulos de las marcas encontradas en la superficie de los esferoides y reconstruyeron el proceso mediante el cual los artesanos los habían elaborado.

Según los autores del artículo, no hay duda de que los esferoides fueron fabricados con toda la intención. Por ejemplo, cada uno de ellos tiene una gran «superficie primaria» rodeada de planos trabajados más pequeños, lo que sugiere que se hicieron quitando primero una gran lasca de piedra y luego cortando cuidadosamente los bordes del área recién aplanada.

El estudio descarta que las bolas de piedra puedan haberse formado debido a procesos naturales. Si así fuera, argumentan los investigadores, entonces su textura sería mucho más suave, como las piedras que se encuentran en los ríos, que tienden a ser muy lisas debido a la erosión hídrica, aunque sus formas casi nunca son verdaderamente esféricas. Las piedras encontradas en Ubeidiya, por el contrario, tienen superficies rugosas (como cabría esperar de un objeto fabricado artesanalmente) y algunas de ellas son esferas casi perfectas. Algo que sólo un fabricante de herramientas sería capaz de crear.

«Al parecer -explica Antoine Muller, primer firmante del estudio-los homíninos de hace 1,4 millones de años tenían la capacidad de conceptualizar una esfera en sus mentes y moldear sus piedras para fabricarla. Esto requiere una capacidad de planificación y una previsión notables, así como una gran dosis de destreza y habilidad manual».

Otros artefactos de este mismo período incluyen hachas de mano de piedra elegantemente construidas. Considerados junto con los esferoides, el nuevo trabajo sugiere que estos primeros fabricantes de herramientas ya eran capaces de apreciar tanto la simetría como la belleza, dicen los autores.

Por lo tanto, es muy posible que, después de todo, los esferoides no tuvieran una utilidad práctica concreta. Lo cual sería un signo, en un momento tan lejano de nuestra evolución, de una mente más cercana a la nuestra de lo que creíamos, capaz de apreciar, sin más, la belleza de las cosas.