El libro que cambió la forma de ver el mundo cumple 150 años

«El origen de las especies» fue concebido en realidad unos veinte años antes de su aparición, cuando Darwin regresó de su viaje científico de cinco años a bordo del «Beagle». Las ideas sobre lo que había visto bullían en la cabeza del sabio, que terminó un primer borrador del libro en 1842. Pero Darwin trabajaba lentamente en su retiro del condado de Kent, donde hacía una vida plácida rodeado de sus diez hijos, y no contaba con que otros científicos le pisaban los talones con teorías similares. Mientras, Alfred Russell Wallace desarrollaba por su cuenta una hipótesis de la evolución muy parecida.

Este contratiempo no importunó al naturalista, que siguió con su trabajo. En 1858, Wallace sacaba ventajaba y escribía «Sobre la tendencia de las especies a desviarse indefinidamente del tipo original», donde mostraba ideas tan novedosas que el propio autor decidió enviarle una copia a Darwin. Eso sí que lo asustó. Darwin se puso la pilas y «El origen de las especies mediante selección natural, o la preservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida», que era su título original, apareció un año más tarde, el 24 de noviembre.

La publicación que puso las bases de la biología moderna fue un éxito de ventas, algo bastante sorprendente, dado que se trata de un texto complejo y algo embrollado, incluso para los expertos en la materia. El propio Darwin reconocía en su «Autobiografía» su pasmo por el éxito del libro. «Hasta el momento (1876) se han vendido en Inglaterra 16.000 ejemplares. Se trata de una cifra de ventas considerable, si se tiene en cuenta que es un libro difícil. Ha sido traducido a casi todas las lenguas, incluso a idiomas como el español, el polaco y el ruso», afirmaba su autor.

La autoría de una obra que explicaba de dónde venimos sin recurrir ni a Dios ni al Génesis provocó críticas airadas en los sectores más conservadores de la época. No hace tanto, la Iglesia Anglicana pidió perdón por los feroces ataques que realizó contra Darwin a cuenta de sus escritos. No fue la única que quiso quemar al británico en la hoguera. Incluso algunos de sus colegas le insultaron y ningunearon, diciendo que era un blasfemo. «¿Cómo podía asegurar que venimos del mono?», se preguntaban indignados.

Lo cierto es que «El origen de las especies» recibió sablazos antes incluso de salir a la venta. Cuando ya vio la luz, las reseñas en distintas publicaciones en su contra y a favor iniciaron un rabioso debate. Algunas de las críticas más agrias provenían del Obispo de Oxford, Samuel Wilberfoce, que ni siquiera las firmaba. Por el contrario, Darwin encontró en el biólogo Thomas H. Huxley, quien se ganaría el mote de «el Bulldog», uno de sus máximos valedores. Es famoso el debate organizado por la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia en el que Wilberforce preguntaba a Darwin si se consideraba descendiente de un mono por parte de su padre o de su madre . Huxley respondió que prefería tener como antepasado a un mono que a un hombre que intentaba ocultar la verdad.

En la actualidad, y con motivo del «año Darwin» -también se celebra el bicentenario de su nacimiento-, ha llegado a las librerías una nueva versión de «El origen de las especies». Publicada por Alianza Editorial, corresponde a la sexta y definitiva edición en inglés de la obra clave de Darwin, y está prologada por el biólogo de origen español Francisco J. Ayala, uno de los mayores expertos mundiales en la evolución. Además de publicaciones, la fecha se celebra con distintos actos a lo ancho de la geografía española. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC) celebrará hoy una lectura continuada en la que participarán destacados científicos e historiadores, así como el público en general.