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Las abejas prefieren las flores tratadas con algunos insecticidas

Los insecticidas neonicotinoides actúan en su cerebro como el tabaco en el de los fumadores

Las abejas prefieren las flores tratadas con algunos insecticidas ABC

PIlar Quijada

El número de abejas está disminuyendo alarmantemente. El colapso de las colmenas preocupa a los científicos que tratan de buscar una explicación. Muchos apuntan a los insecticidas neonicotinoides , que en este momento están sometidos a una moratoria en la Unión Europea para su uso en el tratamiento de semillas. Moratoria que habrá de revisarse en diciembre de este año. Dos nuevos estudios publicados en el último número de Nature se suman a esa sospecha y de paso podrían acotar las pegas que se ponen a los estudios previos.

El primero de estos trabajos muestra que ni las abejas ni los abejorros son capaces de distinguir por el sabor los tres insecticidas neonicotinoides más utilizados, por lo que no tienen manera de evitarlos. Con ello corren el riesgo de envenarse cuando recolectan nectar contaminado.

Es más, el estudio demuestra que prefieren una solución azucarada que contienen estos pesticidas, que actúan a nivel del sistema nervioso central, frente a otra “limpia” que solo contenía agua azucarada.

Según los autores del estudio, la razón de la preferencia de los insectos por esas sustancia perjudicial es la misma por la que algunas personas se enganchan al tabaco. Los receptores para los neonicotinoides actúan en el cerebro de las abejas de forma similar a la nicotina en el cerebro humano, señalan.

“Que las abejas tengan preferencia por la comida que contiene estos insecticidas sugiere que, como en el caso de la nicotina, que los neonicotinoides podrían actuar como una droga que hace al néctar y polen que los contiene más recompensantes”, explica Geraldine Wrighy, que dirige el estudio. Y si las abejas prefieren alimentarse de néctar contaminado, los insecticidas podrían tener un efecto negativo en las colmenas y poblaciones de abejas.

Un punto fuerte del estudio es que las concentraciones de insecticidas que se ofrecían a las abejas era comparable a la que se encuentra en el néctar y polen de los cultivos tratados con estos insecticidas. Esta era precisamente una de las críticas que se hacían a estudios previos, el uso de los pesticidas en cantidades muy superiores a las que se utilizan en el campo.

Otra de las objeciones a los estudios que apuntan a estos insecticidas como sospechosos de causar o contribuir al colapso de las colmenas es que se hacían en condiciones de laboratorio muy artificiales. El otro estudio publicado en “Nature” desmonta esa crítica y mide el impacto de la exposición a estos pesticidas en abejas cuyo área de campeo está próxima a cultivos de colza tratados con ellos. El trabajo, el más extenso realizado hasta la fecha, incluye 16 cultivos del sur de Suecia. Ocho de los cultivos procedían de semillas tratados con un neonicotinoide (clotianidina) y un piretroide (ciflutrina). En los otros ocho, el insecticida utilizado fue únicamente el piretroide.

Las abejas silvestres, más susceptibles

Los investigadores de este segundo estudio vieron el efecto sobre abejas y abejorros, siguiendo a colonias enteras e inspeccionando también las abejas silvestres de los campos cercanos. En los campos tratados con insecticidas había menos abejas silvestres y observaron una tasa de reproducción menor en las colonias de abejorros, con menos machos y menos reinas), comparado con los campos no tratados con los neonicotinoides.

Sin embargo no había diferencias significativas entre las abejas melíferas que creían en ambos campos, tratados o no. Esto, según los investigadores, sugiere que estudiar los insecticidas basándose sólo en una especie puede no ser suficiente. Que las abejas melíferas no respondan al insecticidas apunta a que sus efectos pueden no ser extrapolables a otras especies, como los abejorros y las abejas silvestres, como muestra estre trabajo. Y que las poblaciones de abejas que viven cerca de los cultivos podrían estar en un riesgo mayor del que se pensaba

La moratoria para el uso de estos insectividas neonicotinoides ha sido criticada porque algunos piensan que se basan en evidencias débiles, principalmente porque las abejas han sido alimentadas artificialmente. Este trabajo echa por tierra esa crítica.

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