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Ser inmortal es baladí
Ser inmortal es baladí
Cuando Borges escribió en uno de sus memorables cuentos de El Aleph « ser inmortal es baladí, menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte », tal vez no imaginaba que décadas más tarde, la Ciencia llegaría ... a demostrar la maravillosa clarividencia de sus palabras hasta convertirlas en una fascinante realidad biológica .
En un trabajo coordinado por el Dr. James Vaupel del Instituto Max Planck de Odense (Dinamarca) y que se publica hoy en la revista « Nature », se recogen los resultados de un análisis exhaustivo de los patrones de envejecimiento y reproducción en un total de 46 especies distintas de seres vivos. Los resultados demuestran de manera global algo que ya se intuía: algunas especies animales y vegetales no envejecen de manera significativa , e incluso hay casos de senescencia negativa en los que se produce un sorprendente incremento de las capacidades funcionales y reproductivas con el paso del tiempo. Así, algunas especies de hidras, moluscos, corales, plantas o algas se convierten en auténticas campeonas de la longevidad y caminan con paso firme por el árbol de la vida hasta aproximarse a alcanzar ese don de la inmortalidad anticipado por Borges.
El trabajo que ahora se presenta demuestra una vez más que si bien el Homo sapiens ha alcanzado algunas capacidades extraordinarias gracias a una evolución cultural que se extiende de manera horizontal y a un ritmo vertiginoso, en otros niveles biológicos ciertos organismos han explorado terrenos como el de la inmortalidad que hoy son para nosotros imposibles e impensables. En efecto, la Ciencia y también la experiencia nos enseñan con insistencia que e l envejecimiento humano es un proceso aparentemente inexorable que a todos nos iguala y a todos nos alcanza. Pese a ello, el hombre ha tratado de buscar una y otra vez el elixir de la eterna juventud, en una tarea probablemente equivocada en sus planteamientos y en sus fundamentos.
El Dr. Vaupel y sus colegas representan un ejemplo de lo contrario, pues abandonando la perspectiva antropocéntrica que suele imponerse en el estudio de los problemas biológicos, han puesto sus ojos en la imponente Naturaleza que nos rodea, y en su todavía deslumbrante biodiversidad han encontrado claves que obligan a replantear alguno de los conceptos que parecían bien asentados en ciertos ámbitos, incluyendo la idea de que la senescencia o el declive de la fertilidad son consustanciales al paso del tiempo en todos los habitantes del planeta. Se abren ahora nuevas preguntas cuya respuesta implicará el estudio de las diferencias moleculares y celulares que subyacen a esa enorme diversidad de comportamientos biológicos de distintos organismos frente al envejecimiento . Entraremos así en una nueva época en la que los estudios sobre este proceso ocuparán un lugar destacado entre el grupo de problemas científicos sometidos a una nueva mirada. En cualquier caso, no olvidemos que aunque la inmortalidad pueda ser baladí, para el hombre todavía no lo es y, como diría Ángel González , el paso del tiempo nos vuelve « menos ciertos, confusos, disolviéndonos en el aire cotidiano ». Por eso, más allá de los mensajes derivados de estos estudios científicos que nos aproximan a las fronteras del conocimiento, debemos tener presente que el envejecimiento humano es un proceso inherente a nuestra naturaleza bioquímica. Por ello, aprovechemos las oportunidades que hoy nos ofrece la Ciencia para tratar de entender, explicar y mejorar la vida, sin empeñarnos en perseguir improbables sueños de inmortalidad .
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