Un entusiasta español desentraña la vida de Einstein en Berlín

«Tengo 66 años y vivo en la calle dónde vivió Albert Einstein», así comienza el correo electrónico que ha detonado esta historia. Lo ha escrito Gregorio Ortega Coto, un español que desde los años setenta vive en Berlín y cuya cruzada es honrar como es debido el paso del físico Albert Einstein por la capital alemana. «Es que la vida de Einstein, su entereza, me fascinan», comenta el berlinés en un café cerca de la calle Haberland en el actual barrio de Schöneberg a la que Einstein se mudó desde Praga en 1918, invitado por el Instituto de Física Káiser Wilhelm.

Ortega Coto ha sido impulsor primero de una parada conmemorativa que reemplace la actual piedra tallada que sólo indica las fechas en que Einstein vivió en Berlín: «se instalará en junio y es una moderna placa transparente que contiene fotografías y texto», adelanta. Pero no es todo, en el marco del año temático en que la capital alemana recuerda el ascenso de Hitler al poder, Ortega Coto participa con una de las más de cien actividades del año con un leporello–libro en forma de acordeón– que recorre detalles inéditos de la estancia de Einstein en la calle Haberland.

Ortega Coto encontró su sitio en Berlín, tal y como Einstein en Princeton, no sin antes haber probado otros sitios: nació en 1946 en el protectorado español de El Rif en Marruecos, donde vivió junto a sus padres hasta dos años después de la independencia de 1956. Gregorio contaba doce años cuando la familia vuelve a España y se instala en Huelva donde vive hasta que a los veinte comienza su peregrinaje: Islas Canarias, Reino Unido, Alemania, Berlín. Aquí decide quedarse y trabaja de todo antes de estudiar pedagogía social y dedicarse a la educación hasta su jubilación.

En Berlín, Gregorio no es sólo conocido por su actividad histórica y como pedagogo recogida por distintos medios de comunicación locales, sino que también como entusiasta cuentista en idioma alemán: desde el año 2000 que viene publicando sus historias en distintas editoriales: «Untaugliche Indianer» («Los indios inútiles») en Männerschwarm Skript Verlag de Hamburgo, por ejemplo. Material no le falta y menos ahora.

Así se titula el año temático berlinés que conmemora la trágica ascensión de Hitler al poder hace ochenta años. En el contexto de la larga lista de actividades que se están desarrollando, destacan los proyectos de Gregorio como el resultado de años de esfuerzo. «Me decían que estaba loco» comenta, y no es para menos, sólo basta pensar en los permisos en el tiempo de investigación, en los costes. Pero el berlinés fue poco a poco: revisó minuciosamente la historia de la casa de Einstein en Berlín por la que pasaron desde Tagore hasta Chaplin, y que fue completamente destruida por los bombardeos aliados.

De la biblioteca extrajo los mapas con los diseños arquitectónicos originales. Gracias a Ortega Coto sabemos ahora cuántas habitaciones tenía el piso de Einstein, que por ejemplo era uno de los pocos con ascensor o que su lugar de trabajo se encontraba en una buhardilla ilegal de la casa con vistas a los techos del Berlín de entreguerras. Y los fans de Einstein –que en grupos o solos llegan en cualquier época del año hasta la Haberlandstrasse– se lo agradecen, ya que fue este el último sitio en que vivió en Europa: el físico de origen judío renunció a la nacionalidad alemana y en 1932, meses antes que Hitler llegara poder, decide exiliarse en Estados Unidos, donde culmina una brillante carrera en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton.