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El síndrome Barcelona
Barcelona ha triplicado en sólo veinte años la afluencia turística hasta superar los cien millones de visitantes. Hay quien empieza a decir que la temporada turística dura trece meses
Vivimos un renacimiento de las ciudades que emula la liga hanseática medieval del norte de Europa. En la era de los vuelos «low cost» y el acceso directo a los destinos sin más intermediación que la tecnológica, la rivalidad en la globalización ya no se ... establece entre países o naciones. Los verdaderos estandartes de nuestra civilización son las ciudades. Hasta el punto de que el alcalde barcelonés, Xavier Trias, figura en el puesto 46 de los líderes del mundo, según el portal CNN como ejemplo de transformación en una «smart city». Y es que las ciudades sin turismo se antojan sumidas en la decadencia, no sólo económica por la ausencia del impacto transversal a todos los sectores que como maná ejercen los visitantes, sino también cultural al carecer de cosmopolitismo.
Barcelona ha triplicado en sólo veinte años la afluencia turística hasta superar los cien millones de visitantes. Hay quien empieza a decir que la temporada turística dura trece meses. Son los que critican la conversión de Barcelona en un parque temático que corre el peligro de morir de éxito como le ha ocurrido a Venecia. Naturalmente, son críticas que surgen desde la perspectiva vecinal, que señala la Boquería como el termómetro más fiable del peso del turismo frente a los parroquianos,
Hace unos días, Turismo de Barcelona y la Asociación Catalana de Profesionales del Turismo (SCT) organizó un cine -fórum con el documental «El síndrome de Venecia», de Andresas Pichler, como «leitmotiv» de debate y ejemplo de agonía de una ciudad. Efectivamente, los venecianos han huído despavoridos de la capital del Véneto. La Barcelona temática, la del Gótico y la Rambla, también ha perdido en los últimos 50 años más de 70.000 vecinos. La conversión de viviendas en apartamentos turísticos tiene parte de culpa. En este punto, el sector turístico no se muerde la lengua y denuncia competencia desleal de algunos propietarios que desarrollan una rentable actividad económica sin pagar impuestos. Otra incongruencia es la limitación de horarios comerciales, mientras que la seguridad constituye el verdadero caballo de batalla para alcanzar el rango de la excelencia.
Pero atención: Barcelona crea adicción. Un 25% de los turistas que nos visitan han repetido tres o más veces. Al margen de agradecer esta fidelidad, cabe preguntarse qué ocurriría si el 75% restante decidiera repetir también varias veces. ¿Maná o síndrome Barcelona?
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