La sequía pone en peligro hasta las famosas uvas de Nochevieja: «Tendrán que comer 12 champiñones»

El cultivo de vid embolsada en Agost y Monforte del Cid es de los más afectados

J. L. F.

«No sabemos si este año habrá uvas para Nochevieja, tal vez muchos tendrán comerse 12 champiñones». Así de gráfico fue el portavoz de los regantes del campo de Elche, Ángel Urbina, en su descripción de cómo lo están pasando en el Bajo Vinalopó, en ... este caso, los agricultores de poblaciones como Agost o Monforte del Cid, desde donde se abastece a los hogares de toda España donde se disfruta de esta tradición tan arraigada.

Este cultivo, la uva de mesa embolsada, precisa en junio de un riego, no ya como medida de futuro, ahora «agua es vida» debido a los estragos que ha ocasionado la prolongada sequía. Por ello, sugirió que se tramitará algún tipo de «documento» mientras llega el trasvase un mes después, ya que es demasiado tiempo para ellos. Esa fórmula quedó abierta a estudio en la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), a instancia del secretario de Estado a su presidenta.

La premura es compartida por los agricultores de Aspe, e incluso los hay con peores perspectivas, como los de la margen izquierda, a quienes no llegarán caudales todavía, ni siquiera con el riego de emergencia asegurado. «Estamos subsistiendo con la depuradora de Castalla y la de Alicante», con un alto coste, se lamentó el portavoz de Agost. Otros coincidieron con esta queja por los «precios desorbitados» a los que están financiando la poca agua que consiguen. Urbina había apelado incluso a «traerla en cubas si es necesario», como medida de emergencia.

Primeros cortes por el barro

En Monóvar la penuria ha alcanzado tintes de extrema gravedad, ya que al apurar las mínimas reservas han provocado que se embocen los sistemas automáticos, porque se puede caminar por el fondo de los pantanos y les ha entrado barro. «Estamos cortando el agua», relató su portavoz, en alusión a las primeras restricciones y a que deben trabajar manualmente, con un mayor coste en tiempo y en recursos.

«No queremos dejar esta tierra por falta de agua», había proclamado al arrancar esta reunión el presidente de la junta central, Andrés Martínez, tras recordar al representante del Gobierno central, venido de Madrid para este encuentro, que buena parte de la población actual de la provincia de Alicante está compuesta por gente que no han nacido aquí, sino que vinieron de otras partes de España.

En varias ocasiones, el debate derivó hacia la necesidad de que prosigan las luchas «territoriales» y a que el agua se considere desde una perspectiva global, de todo el país. En esto se apreciaba un consenso generalizado y de ahí los planteamientos del secretario de Estado de Medio Ambiente de más flexibilidad de todos para aprovechar las infraestructuras que ya están construidas, así como abrirse a la posibilidad de habilitar nuevas conexiones en el Júcar-Vinalopó. Tal vez ese era un mensaje más dirigido a los regantes de la provincia de Valencia, para soslayar la tensión de Cortes de Pallás.

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