Hildegarda de Bingen se suma a las «Doctoras de Dios»
Una benedictina mística, naturalista, filósofa, compositora y artista que predicaba en las ciudades y reprendía al emperador Federico Barbarroja
juan vicente boo
La lista de las «Doctoras de Dios», abierta por Pablo VI en 1970, incorporara este domingo un nuevo valor: la alemana Hildegarda de Bingen, una de las mujeres más extraordinarias de la Europa del siglo XII, se suma a Catalina de Siena ... , Teresa de Ávila , y Teresa de Lisieux como «Doctora de la Iglesia Universal». La abadesa renana que irritaba a más de un obispo y reprendía al emperador Federico Barbarroja, dejó en sus abundantes libros una «doctrina eminente» que Benedicto XVI propone ahora al mundo entero.
San Isidoro de Sevilla , una eminencia científica del siglo VI, fue el primer español incorporado al selecto club de «Doctores de la Iglesia Universal», que a día de hoy cuenta con 33 nombres. El segundo español fue san Juan de la Cruz , carmelita, místico y poeta del siglo XVI, a quien seguiría la primera mujer de una lista que solo incluía hombres hasta que en 1970, Pablo VI añadió a Teresa de Ávila . Ese mismo Papa proclamó también a Catalina de Siena, y Juan Pablo II enriqueció la lista en 1997 con Teresa de Lisieux.
Benedicto XVI añadirá este domingo dos nuevos doctores: el sacerdote español san Juan de Ávila , extraordinario predicador y consejero espiritual de gran número de santos de su época, y la benedictina alemana Hildegarda de Bingen, menos conocida hasta ahora en nuestro país pero una heroína y un modelo –canonizada por culto popular- desde hace ocho siglos en Europa central.
Según escribió Lucetta Scaraffia en L’Osservatore Romano , Hildegarda «unía al conocimiento místico también el racional y el científico. La amplitud de su saber es comparable al de su casi contemporáneo Avicena, ya que incluye la cosmología, la antropología, la ética, la medicina, añadiendo el don de la música y de la poesía».
Era una mujer extraordinaria, fundadora de conventos, consejera espiritual de muchos personajes públicos e incluso, por encargo excepcional del Papa para una monja de clausura, misionera en viajes apostólicos por muchas ciudades de Alemania: predicaba en las catedrales y en las plazas, en latín a los clérigos y el alemán a los cristianos de a pie.
Ya en vida de Hildegarda, el Papa Inocencio III leía en público ante el Sínodo de Obispos de Tréveris fragmentos de su primer libro de visiones, Scivias , que incluye cuadros para explicar gráficamente los simbolismos. Quien vea la imagen de la Trinidad de Hildegarda de Bingen, reconocerá inmediatamente el famoso Hombre de Vitruvio de Leonardo da Vinci… con cuatro siglos de antelación.
Aparte de sus libros de medicina, por la que se la considera la primera «doctora» de Alemania, Hildegarda escribía filosofía. En aquella época no estaba bien visto que las mujeres se dedicasen a esas cosas, y más de uno se entrometía en los textos. Hildegarda superó el problema inventado una clave y escribiendo textos cifrados.
Aparte de secretarias tuvo, a lo largo de su vida, tres monjes como secretarios, que tomaban nota de sus visiones y de sus cartas. Era una mujer muy activa, a veces difícil de seguir. Y también muy independiente. El penúltimo año de su vida llegó incluso a tener un choque serio con su diócesis de Mainz por haber autorizado la sepultura católica de un noble excomulgado pero que, antes de morir, se había arrepentido y recibido los últimos sacramentos.
En ausencia del arzobispo Christian, que estaba en Roma, la diócesis castigó a todo el monasterio con un interdicto eclesiástico: no se podía celebrar la misa y las monjas podían recibir la comunión sólo una vez al mes. Hildegarda resistió durante meses hasta que el arzobispo, informado por carta, les dio la razón y levanto el interdicto.
La vida de los santos incluye más de una vez este tipo de «problemas en casa propia». San Juan de Ávila lo sabía muy bien, pues se pasó más de un año en la cárcel de la Inquisición. No perdió a calma y aprovechó el tiempo para escribir el esquema de uno de sus libros, Audi, filia, que ha hecho mucho bien, desde entonces a millones de personas. Así son los Doctores de la Iglesia.
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