Dios salve al Londres olímpico
Michael Caine, los Who, Madness, Pet Shop Boys o las Spice Girls protagonizan el último homenaje a una ciudad que quiere ser la Nueva York de Europa
borja bergareche
Nos prometieron música. Y 50 «mods» invadieron con sus vespas el Estadio Olímpico de Stratford mientras los Kaiser Chiefs versioneaban el «Pinball Wizard» de los Who. Así fue la ceremonia de clausura de unos Juegos Olímpicos que han dado el primer oro en ciclismo británico ... a un joven con patillas fan de Paul Weller. Sebastian Coe –que cambiará su papel como responsable del comité organizador de Londres 2012 por el de embajador especial para el legado olímpico- anunció una buena «fiesta de después» . Y, en efecto, vibró el estadio, convertido en escenario patriótico sobre una enorme «Union Jack» diseñada por el artista Damien Hirst.
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Pinchó Fatboy Slim metido en un gigantesco pulpo pop. La rompepistas local, Jessie J, y los raperos Taio Cruz (el músico británico con más visitas en Youtube) y Tinie Tempah le aceleraron el ritmo a la noche a lomos de tres Rolls Royce. Bollywood le hizo la competencia al musical londinense. En una noche que no aspiraba a competir con la inauguración, con repeticiones y fallos de sonido, la música sirvió para homenajear a los 10.800 atletas que han competido en 17 días de Juegos –y que dejan 44 récords olímpicos-, a los más de 70.000 voluntarios que los han facilitado y dinamizado y, sobre todo, a una ciudad, Londres que, como decía su alcalde esta semana, «quiere ser a Europa como Nueva York es a Estados Unidos» . Para ello, sobre todo, se hizo el pop-rock.
Sonaron los Beatles. Y el rostro de John Lennon se manifestó en el estadio
Sonaron los grandes hits de los últimos cincuenta años de música popular británica. Con toda su grandeza, y varias de sus debilidades. Los Pet Shop Boys tocaron West End Girls, con reminiscencias de TS Elliot. Los Madness pusieron su fiesta en la calle, después de llevarla al techo del palacio de Buckingham en el jubileo de diamantes de Isabel II. Un melancólico Ray Davies, de los Kinks, cantó su himno londinense con «Waterloo Sunset». Cantó Annie Lennox. Sonaron los Beatles. Y el rostro de John Lennon se manifestó en el estadio. Con sus gafas. Y patillas. Proyectaron imágenes del metraje original de la famosa sesión de fotos de 1971, remasterizada por Yoko Ono. Y el mundo, de nuevo, rindió pleitesía a un individuo radical tan a menudo recordado en vano.
Volvieron (casi) los Pink Floyd, con el joven Ed Sheenan tocando en acústico el inolvidable «Wish you were Here » con el batería original de la banda, Nick Mason, el bajista Mike Rutherford de Genesis y Richard Jones, de The Feeling, mientras un trapecista sobrevolaba la escena recreando la portada del disco. Un montaje con los grandes estribillos de David Bowie demostró, una vez más, que nadie ha compuesto tantas canciones imprescindibles para la historia del rock. Por un momento, pareció que su actuación podía ser la sorpresa de la noche, pero el músico que llegó de Marte no toca en directo desde 2006, después de operarse del corazón en 2004.
El responsable artístico de la ceremonia, David Arnold –compositor de la banda sonora de cinco películas de James Bond-, anticipó que la clausura sería a la inauguración "como la recepción después de la ceremonia”. Y no hubo una novia sino siete cuando, de una carroza, se bajaron las modelos Naomi Campbell, Kate Moss, Lily Donaldson, Stella Tennant, Karen Elson, Lily Cole, Georgia May Jaggar, junto a dos de los rostros bonitos de las pasarelas británicas, Jourdan Dunn y David Gandy. Vestidas ambas de Alexander McQueen, Campbell y, sobre todo, Kate Moss , recordaron que la moda y la música bien hecha son, junto a las letras, la cultura y las ideas que reivindicaba la ceremonia de apertura, los sostenes de la influencia global de una nación que, aunque perdió su imperio hace tiempo, recupera con estos Juegos un valioso orgullo colectivo.
Tanto la apertura como la clausura tenían un objetivo claro: sacar al escaparate global toda la riqueza cultural de Gran Bretaña. Ayer le pusieron voz el gran Michael Caine, que se hizo presente con una frase de «The Italian Job», y el actor Tymothy Spall (el Winston Churchill de “El discurso del Rey”), que recitó de nuevo, encaramado al Big Ben, el mismo pasaje de “La Tempestad” de Shakespeare que leyó Kenneth Brannagh el 27 de julio. De nuevo el verso “La isla está llena de ruidos” resonó en el Estadio, esta vez sobre un precioso Londres icónico hecho de maquetas recubiertas de papel de periódico.
Y de nuevo el humor de las islas tuvo su lugar de la mano de los Monthy Pithon, con Eric Idle ataviado como un infructuoso "hombre bala" que hizo cantar a coro a todo el estadio "Always look at the bright side of life" (mira siempre el lado positivo de la vida").
«Gran Bretaña supo hacerlo»
Entre el público, como en las mejores bodas, el primer ministro, David Cameron, y su esposa, Samantha, bailaban en pie cuando las invitadas más esperadas de la noche ocuparon el centro del escenario a lomos de un ballet de taxis negros. Pudo haber sido mucho peor. Emma Bunton, Mel C, Victoria Beckham, Geri Halliwell y Mel B , también conocidas como las Spice Girls , repasaron varios de sus grandes éxitos, empezando por el «Wannabe» de 1996. No tocaban juntas desde su reunión de 2008 en Toronto. Y sí, han pasado los años. Pero daba igual. El alcalde de Londres, el príncipe Enrique, que presidía el evento en representación de su abuela, la Reina Isabel II, su cuñada, la duquesa de Cambridge, a su lado, y los 80.000 asistentes a la clausura disfrutaron de lo lindo con ese destello de los alegres noventa, cuando el mundo marchaba imparable hacia la felicidad total y no hacía falta nada más para vender 28 millones de discos.
Sonaron los Who, y Queen y Freddy Mercury. Muse tocó «Survival» , el himno rockero de estos Juegos. Hubo Take That para los "teens" de ayer, y One Direction para los de hoy. Beady Eye versioneó el «Wonderwall» de Oasis. Y George Michael salió demasiado, y habló demasiado y cantó demasiado.
Danny Boyle , responsable de las ceremonias de Londres 2012, prometió unos Juegos para todos, «con rostro humano». Y lo ha conseguido. Los terceros Juegos que alberga la capital británica dejan, más que cualquier otra edición, las retinas de miles de espectadores estampadas de rostros humanos. Soldados y policías le ponían la sonrisa a unos Juegos sin incidentes. El calor -reticente solo al principio- de los británicos en las calles de Londres elevó progresivamente la temperatura ambiental. Y los campeones de carne y hueso de la Gran Bretaña diversa y orgullosa que ha copado los podios con 65 hierros construyen el relato, y el retrato, de una odisea olímpica en una gran ciudad.
Londres cede el testigo ahora a Río de Janeiro , que se manifestó ayer en Stratford con la música de Seu Jorge y un «cameo» de Pelé . Jacques Rogge, presidente del Comité Internacional Olímpico, agradeció a los organizadores por «mostrar lo mejor de la hospitalidad británica», antes de «declarar los Juegos de la 30ª Olimpiada clausurados, como manda la tradición». Sebastian Coe , el rostro de todos los rostros de estos Juegos de Londres 2012, puso al final la nota patriótica: «Cuando llegó nuestra hora, Gran Bretaña supo hacerlo» . Como mostró la velada, no es oro todo lo que reluce en su olimpo musical. Pero 17 días de competición, civismo y espectáculo lo confirman: saben hacerlo.
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