Suscribete a
ABC Premium

deportes en celuloide (XV)

«El color del dinero»: Paul Newman contra el relevo del aprendiz

El actor recuperó 25 años después uno de sus personajes emblemáticos: el jugador de billar de “El buscavidas”, en esta ocasión secundado por Tom Cruise

«El color del dinero»: Paul Newman contra el relevo del aprendiz

MIGUEL MUÑOZ

[La serie "Deportes en celuloide", que repasa las mejores películas sobre temas deportivos, sale a diario durante el mes de julio en ABC.es]

Un poco de verborrea, sonrisas, unas cuantas copas, dejarse ganar un par de veces... Y el pardillo cae. Así opera el “hustler” (término intraducible), el jugador que se dedica a apostar dinero en partidas de billar engañando a sus rivales, dejándose ganar unas cuantas para luego sacar su mejor juego, simular una racha de buena suerte, y retirarse a tiempo con las ganancias. Con “El buscavidas” (1959), Paul Newman se convirtió en el “hustler” más conocido de todos los tiempos.

Tanto que Martin Scorsese no pudo evitar, 25 años después, rescatar a Newman y su personaje en una secuela: “El color del dinero”.

Eddie “el rápido” (Newman) decide volver a las mesas cuando se descubre engañado por un orondo jugador (Forest Whitaker, en uno de sus primeros papeles) que le caza con las mismas tácticas que él ha utilizado mil veces. Charla banal, whisky, y un “esto ha sido pura suerte” con risotadas. Hasta el blues de Muddy Waters, “Still a Fool”, que suena en el local de mala muerte donde juegan, advierte al viejo “hustler” de que le están tomando el pelo. “¿Crees que necesito perder peso?” le espeta, socarrón, su estafador cuando ya le ha desplumado lo suficiente, en una frase con doble sentido sobre los tacos de billar:

La primera vuelta de Eddie a las mesas ha sido como protector de Vincent (Tom Cruise), una versión en bruto de lo que él fue en su juventud. Un muchacho de candidez irritante, muy bien interpretado gracias a ese punto de insoportabilidad que siempre ha despertado Cruise. Un adicto al billar y las recreativas que solo juega para ser el mejor y siempre lo hace pegado a su novia (Mary Elizabeth Mastrantonio), pero al que Eddie ve como un futurible pícaro que puede ganar mucho dinero apostando como lo hacía él.

Juntos, Cruise y Mastrantonio forman la pareja tipo del cine de los ochenta, que demuestra que a veces es cierto eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor. La comparación de Newman con Cruise como ídolos juveniles no se sostiene. La misma máxima se aplica al filme, cuando Eddie, tras ser engañado, descubre que él mismo puede hacer mucho mejor lo que ha intentado transmitirle a Vincent. Hasta que este último termina pareciéndose a él y pueden enzarzarse en una lucha entre maestro y aprendiz.

Encanto añejo

Además de este duelo generacional, los ochenta contra los cincuenta, el galán contra el ídolo adolescente, hay en “El color del dinero” un innegable encanto añejo, como el del whisky con el que comercia Eddie.

Las escenas donde la cámara se deleita con los triángulos de bolas rompiéndose en un crujido, las carambolas imposibles y las miradas de desafío entre los rivales le despiertan a cualquiera las ganas de ir al garito más próximo y echar unas partidas de billar . Y de paso, compensan algunos aspectos visuales del filme que no han envejecido demasiado bien.

Scorsese también hace un par de deliciosas concesiones al mundo del auténtico billar, como los cameos de varios campeones de los ochenta y el “Balabushka” que utiliza Eddie. Un taco exclusivo al que la película puso de moda entre coleccionistas, que se lanzaron a buscar las 1.200 unidades que existen en todo el mundo, obra del artesano ruso George Balabushka, que las realizó a mano, una por una, durante dieciséis años.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación