La guerrilla de los desertores
ABC habla con los combatientes del Ejército Sirio Libre, los militares renegados que ahora luchan contra Al-Assad
DANIEL IRIARTE
En Wadi Jaled, encontrar a desertores del ejército sirio no es difícil : los hay por centenares. Se les reconoce por su mezcla de uniformes militares y ropa civil, sentados en las puertas de las casas, o yendo de aquí para allá en las ... baratas motocicletas chinas que se venden en la vecina Siria.
Pero solo unos pocos forman parte del Ejército Sirio Libre, la milicia de soldados renegados que, desde finales de verano, ha desatado una campaña guerrillera contra las tropas de Bashar al-Assad cada vez más audaz. Algunos de ellos hablan con ABC. Sus nombres han sido cambiados para evitar represalias contra sus familias.
Yassir es pelirrojo, pero su piel es muy oscura, tostada por innumerables jornadas de actividad al sol. «Yo estaba muy enfadado, porque estaban matando a mis parientes» , explica. «Hace unos siete meses enviaron a mi unidad a disparar contra los manifestantes en una mezquita de Deraa, pero otros veinte compañeros y yo decidimos desertar», relata.
Desde entonces, se jacta de haber participado en numerosas acciones de combate, aunque siempre en la zona adyacente a la frontera y regresando después a la seguridad del santuario libanés. «Pero hay pelotones que permanecen en Siria todo el tiempo», afirma.
«En mi grupo había un coronel que desertó con nosotros. Es él quien me da las órdenes ahora», dice. Su compañero, Omar, en cambio, da una respuesta diferente: «Mi jefe es Riad al-Asaad», el coronel que lidera el ESL desde el sur de Turquía. Le preguntamos cuántos combatientes tienen aquí en Líbano. «Muchos», asegura. Unos mil, estima otro compañero.
Omar explica que estaba muy a disgusto en el ejército: «No podías ayunar por Ramadán. Y si tenías un Corán, te arrestaban », dice, molesto. «En realidad, si tenías cualquier libro», puntualiza el compañero. Durante un permiso, se unió a una manifestación con un amigo. Cuando las fuerzas de seguridad arrestaron al otro joven, él huyó.
Omar y Yassir, como la abrumadora mayoría de los combatientes del ESL, son musulmanes suníes, y tienen muy claro quiénes son los enemigos: «El ejército de herejes» , dicen, refiriéndose a los alauíes, la rama religiosa a la que pertenece la familia del presidente Al-Assad, que copan los puestos clave en el Ejército.
El goteo de deserciones parece ser constante. «Ayer llegaron otros veinte. Yo estoy convenciendo a muchos compañeros por teléfono para que deserten también», afirma Tarik Abdellatif, que participó en la represión de las protestas en Deraa y Homs.
Escaso armamento
Muchos de estos hombres son militares profesionales, otros solamente reclutas que han escapado del servicio militar. Pero si son capturados, poco importará la diferencia: serán ejecutados. Como un muchacho llamado Ahmad Abdlibdi, que escapó con Tarik. « Nos llevaron a Homs diciéndonos que íbamos a disparar contra judíos que estaban matando a musulmanes en una mezquita. Pero cuando llegamos, vimos que lo que había eran sirios que gritaban “El pueblo quiere la caída del régimen”. Nos ordenaron disparar, y aunque muchos lo hicimos al aire, vimos que algunos manifestantes cayeron bajo las balas. En ese momento, Ahmad y yo tiramos las armas y echamos a correr», cuenta Tarik.
«La gente nos ayudó a escapar, nos escondían. Cada dos días dormíamos en una casa diferente. Cuando llegamos a Tal Kalaj, nos ocultamos en un sótano, pero en un momento en que Ahmad estaba fuera los soldados le encontraron y le mataron», nos dice. Él huyo inmediatamente a Líbano.
Pero Tarik no ha podido unirse al Ejército Sirio Libre, porque no tiene un fusil, y ellos no pueden proporcionárselo. Otros ex soldados lo confirman: aquí, el ESL no tiene otras armas que las que traen los desertores , o las que le capturan a las tropas regulares sirias. «No podemos reclutar a más gente por falta de armamento», dice Omar.
«Estoy ahorrando para comprarme un rifle. He pedido dinero prestado a amigos y parientes, y, cuando lo tenga, me alistaré», afirma Tarik. «Entonces les haremos lo mismo que nos están haciendo a nosotros», dice, con una seriedad escalofriante. «Les masacraremos».
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