Memoria (culpable) de un europeo
Jaume Cabré lanza en cinco lenguas «Yo confieso», novela sobre los demonios del siglo XX
SERGI DORIA
Un niño de puntillas ante una estantería intenta atrapar un libro, a buen seguro, vedado a su edad. El protagonista de «Yo confieso» se llama Adrià Ardèvol, hijo único de un anticuario: mitiga la soledad del superdotado con un violín Storioni y las historietas del ... sheriff Carson y Águila Negra. Un día de los años cincuenta, su padre le muestra un manuscrito de Stefan Zweig ; en lugar de aclararle que se trata de un escritor, se limita a decir que es «uno que se suicidó en Brasil». Llegará otro día en que Adrià, ya capaz de leer aquel texto en alemán, podrá enterarse de mucho más…
Jaume Cabré es un escritor ambicioso: ¿Se puede viajar desde un monasterio románico a un pìso del Ensanche barcelonés y, de ahí, al campo de Auschwitz donde Rudolf Höss administra el gas Zyklon? El escritor aplica la fórmula de Mercè Rodoreda: «Una novela son palabras» . Cuando el éxito de «Las voces del Pamano» —600.000 lectores en Europa—, Cabré, amante de la música, componía ya su réquiem europeo, la novela de todas sus novelas: mil páginas, polifonía del mal, la traición y la culpa. Una travesía por algo tan perenne como el mal, que comenzó en 2003 y dio «por definitivamente inacabada» el 27 de enero de 2011, aniversario de la liberación de Auschwitz. «No te fíes un pelo de mí. Sé que este género del recuerdo escrito para un solo lector se presta a la mentira y que procuraré caer siempre de pie como los gatos; pero voy a hacer un esfuerzo para no inventar gran cosa», advierte su personaje. La confesión, añade Cabré, «puede referirse al sacramento católico, o al interrogatorio policial» .
Editada por Destino en castellano y Proa en catalán, «Yo confieso» se publica de aquí a dos meses en Alemania y en 2012 verá la luz en italiano, holandés y francés. Aplicando su historia a los tiempos del Twitter y a su experiencia de profesor, Cabré lamenta que « se haya perdido el gusto por las lenguas clásicas, la música o el arte . Una Universidad donde no saben quién es Horacio o no distinguen una tonada de Bach es preocupante. El resultado de una especialización que nos ha llevado a despreciar las Humanidades…».
Después de convivir tanto tiempo con tantos personajes, Cabré no se siente todavía capaz de racionalizar su novela. «Sigo teniendo más preguntas que respuestas porque el oficio de escritor se aprende durante toda la vida».
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