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Dentro de un vuelo en gravedad cero: 22 segundos de infarto

ABC participa en una misión científica de la Agencia Espacial Europea (ESA) para conocer de primera mano la increíble sensación de flotar en el espacio

Anneke Le Floc'h

judith de jorge

La sensación no es de este planeta. Y realmente no lo es, ya que rompe una regla básica de la Física que rige el mundo. Todo cambia. Mi forma de percibir lo que me rodea, mi propio cuerpo. Ya no estoy segura de nada, qué ... está arriba y qué abajo. Primero, tumbada en el suelo del avión con los ojos clavados en un punto fijo del techo, siento que alguien ha colocado un yunque sobre mi estómago y una fuerza invisible me empuja el corazón hacia dentro como si quisiera encajarlo entre las costillas. Las mejillas se desparraman por los dos lados de la cara y el cuerpo parece pesar el doble. Pero solo unos segundos después salgo disparada hacia arriba como en un truco de levitación. El techo está al alcance de mi mano. Me he convertido en un globo de helio en una habitación cerrada. Mi cerebro lucha por asimilar la experiencia y, al mismo tiempo, encontrar un punto de referencia, unas coordenadas. No puedo evitar patalear tontamente, lo que hace que me descontrole aún más y esté a punto de girar sobre mi misma. Es lo más onírico que me ha pasado nunca. No se parece a nada, pero es real, es un vuelo en gravedad cero. "Pull out", el grito del capitán rompe el embrujo de 22 segundos. Me agarro a lo primero que encuentro e intento que mis pies apunten al lugar adecuado antes de estamparme contra el suelo.

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