LIBROS
Baroja: una nueva obra ve la luz
Frente a sus novelas, el teatro de Pío Baroja, que no supera la decena de piezas, es menos conocido. Una nueva obra, «Los Convencionales humoristas», ve la luz por primera vez en las páginas de ABC Cultural
LUIS ALBERTO DE CUENCA
Con esa inimitable maniera descuidada que parece que está pidiendo a voces un lifting estilístico, Pío Baroja (1872-1956) es uno de los escritores más grandes de la literatura española. El narrador acaso más dotado, junto a Cervantes y ... Galdós, de nuestras letras. Baroja cuenta historias de una forma innata, no aprendida en ninguna parte, como aquellos chamanes que contaban los mitos etiológicos a su tribu en los albores de la Historia, junto a la hoguera primordial, sin que nadie les hubiese enseñado a hacerlo.
Las novelas de Baroja son una fiesta del lenguaje directo, inmediato, preciso como un puñetazo de Cassius Clay , sin permitirse digresiones de ningún tipo, yendo sin ambages al grano, como hacen los protagonistas de las películas de John Ford o de Howard Hawks. En su aparente desaliño formal habita la belleza de lo verdadero. Como testigo de su época, don Pío no tiene par: los siete volúmenes de sus Memorias , hermosamente rotuladas Desde la última vuelta del camino y publicadas por primera vez a comienzos de los años 40 del siglo pasado, dicen más de la Historia de la España contemporánea que muchos volúmenes en folio.
Baroja traslada el escenario de la Guerra Civil a la Revolución Francesa
Don Pío tuvo dos sobrinos, hijos de su hermana Carmen y del editor Rafael Caro Raggio, que estuvieron siempre a su lado: Julio y Pío Caro Baroja. El primero de ellos, después de haberse acreditado como uno de los antropólogos y etnólogos más relevantes no de España, sino de todo el mundo, nos dejó en 1995. Su hermano Pío, mucho menor que él, sigue dando satisfacciones a los muchos barojianos del planeta, pues conserva de modo ejemplar las bibliotecas de su tío y de su hermano en Itzea, la casa familiar de Vera de Bidasoa (Navarra), donde, entre miles y miles de libros, aún se encuentran inéditos del autor de La busca. Sin ir más lejos, Los Convencionales humoristas («Convencionales» en tanto que miembros de la Convención Nacional de la Revolución Francesa : de ahí que se escriba con mayúscula), una encantadora pieza teatral que, junto a otro juguete cómico ya publicado, Arlequín, mancebo de botica, o Los pretendientes de Colombina, ha reunido Pío Caro Baroja en un volumen bajo el sello de siempre, ese que ostenta en el lomo un logotipo con el Erasmo pintado por Holbein: ni más ni menos que Caro Raggio, Editor.
Semanas de incertidumbre
Últimamente había aparecido en Caro Raggio otra joya inédita de Baroja: una octava entrega de sus Memorias, que, con el título La Guerra Civil en la frontera, vio la luz, en edición de Fernando Pérez Ollo, en 2005. Cuando estalló la guerra, don Pío estaba veraneando en Itzea, al pie de la frontera con Francia. Una columna de requetés que se dirigía a Guipúzcoa desde Pamplona lo detuvo en la villa navarra de Santesteban, pero al día siguiente lo dejó en libertad, con lo que Baroja hizo las maletas y cruzó la frontera, viviendo en el País Vasco francés hasta que, en septiembre de 1936, se trasladó a París, donde permanecería hasta su vuelta a España en 1940.
La letra, vacilante,sitúa las correcciones en los últimos años del autor
Esas semanas de incertidumbre pasadas en la margen derecha del Bidasoa inspiraron a don Pío páginas inolvidables agrupadas en el octavo y último volumen de Desde la última vuelta del camino , que permaneció inédito durante el franquismo (e igualmente hubiese permanecido inédito si Franco hubiese perdido la guerra, pues Baroja tenía una portentosa habilidad para mostrar las flaquezas y las miserias de ambos bandos ). Otro libro importante para conocer las opiniones de don Pío sobre la Guerra Civil es Ayer y hoy , una colección de los artículos y ensayos escritos por él en su exilio francés que constituye una especie de anticipación o complemento de sus Memorias . La Editorial Ercilla de Santiago de Chile auspició la aparición de Ayer y hoy en 1939 (2ª edición, 1940), y Caro Raggio lo publicó por primera vez en España (1998).
Pero volvamos al teatro. Pío Baroja había publicado en 1926 (Madrid, Editorial Siglo XX) un tomo de 78 páginas que, bajo el título de Comedias , albergaba el citado Arlequín … y una versión teatral de su novela El mayorazgo de Labraz . Caro Raggio publicó ese mismo año un volumen titulado Entretenimientos , que constaba de dos sainetes –el citado Arlequín … y Chinchín comediante o Las ninfas del Bidasoa – y una conferencia, leída en la Casa del Pueblo de Madrid el día 17 de mayo de 1926 y rotulada Tres generaciones: 1840, 1870 y 1900 . Con todo esto quiero decir que Arlequín, mancebo de botica ha conocido varias ediciones, mientras que, por el contrario, la pieza Los Convencionales humoristas , escrita por Baroja hacia 1950 , es rigurosamente inédita, y ésta es la primera vez que ve la luz, enriquecida con unas primorosas ilustraciones humorísticas de Julio Caro Baroja .
Trincheras ideológicas
Son 63 cuartillas encoladas sobre las páginas del libro Geografía histórica de la villa y puerto de Portugalete (Bilbao, 1942) a modo de bastidor. En la cubierta don Pío escribió con tinta negra su propio nombre, el título de la obra y la palabra «Fantasía» (que ubica la pieza en tres actos dentro del subgénero de la «Fantasía dramática»). Las 63 cuartillas del texto están transcritas a mano por Julio Caro Baroja y corregidas por su tío con letra vacilante y borrosa, lo que sitúa esas correcciones en los últimos años de la vida del escritor .
La edición, de Caro Raggio, incluye ilustraciones de Julio Caro Baroja
Los protagonistas de la pieza son un conde y una marquesa que, durante la época del Terror (1793-1794), acuden al País Vasco francés intentando cruzar el Bidasoa rumbo a la seguridad de la España monárquica. Las situaciones que genera la huida de esos aristócratas son desternillantes: hay una posada regentada por el realista Etchepare y otra propiedad de un ferviente republicano, Dasconaguerre, con sus respectivas criadas, las inefables Mari Domingui y Murgui, cada una en su trinchera ideológica; hay también un apuesto y vanidoso comisario Lajeunesse, empeñado en hacerse con los favores sexuales de Madame de Florimont y de Graciosa Dithurbide a cambio del perdón de la República para sus familias… En fin, un delicioso disparate que Baroja –imagino yo– inventó pensando en las semanas que pasó junto a la frontera española en los comienzos de nuestra Guerra Civil y trasladando el mismo escenario a los tiempos de la Revolución Francesa: él sabía muy bien de lo que estaba hablando.
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