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Un siglo de Álvaro Cunqueiro

«Nos hallamos, pues, ante una ocasión particularmente propicia para el reencuentro con un autor que poseyó como ningún otro aquella legendaria facultad taumatúrgica que los alquimistas medievales buscaron en la piedra filosofal: gozó del don de transmutar en oro todos los géneros literarios»

POR JUAN SOTO

EN este año que andamos se cumple el centenario de Álvaro Cunqueiro, uno de los escasos escritores aportados por Galicia a la literatura universal de todos los tiempos y el primero sin duda entre los del siglo XX. Nos hallamos, pues, ante una ocasión particularmente ... propicia para el reencuentro con un autor que poseyó como ningún otro aquella legendaria facultad taumatúrgica que los alquimistas medievales buscaron en la piedra filosofal: gozó del don de transmutar en oro todos los géneros literarios, desde la novela a la poesía, desde el teatro al periodismo, desde el artículo periodístico a la glosa coquinaria, desde la efímera hojilla volandera a la copla de ciego y al rondel de aguinaldo. En el conjunto de su obra, todavía necesitada de localización exhaustiva, no hay calderilla sino fulgor diamantino, «moneda de eternidad», por repetir el elogio que Cunqueiro aplicó a los versos de Hölderlin, una de sus constantes devociones, irrevocable desde sus lecturas juveniles.

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