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Luis Mariñas

josé luis balbín

Se convirtieron en «la banda del porrón». Sin intervención peyorativa, por supuesto. Sólo porque gran parte de la cuadrilla de «Informativos» solía reunirse, al acabar la tarea de la jornada, alrededor de una mesa, cerca de las instalaciones de Prado del Rey, para hablar más ... de lo humano que de lo divino. Eran tiempos de cambio. De grandes cambios positivos. Al menos, todos lo creíamos. Tardarían en llegar, paulatinamente, las decepciones. De aquellas reuniones, uno de los líderes era Luis. Parece que siempre lo fue en los diversos ambientes en que se movió. Fue famoso antes de serlo por sí mismo. Por que su padre pertenecía a la media docena de famosos pioneros de la tele. Dejaba claro a la menor ocasión que no había llegado al medio por recomendación de su padre –que ni siquiera le animaba especialmente en tal dirección—, sino que llegó por medio de lo que ahora se llama un «casting». No era de extrañar: tenía voz y aspecto para ello.Tuve la oportunidad de ratificar su capacidad profesional en el principal telediario de TVE, al que se incorporó también un novedoso Manuel Campo Vidal, de quien se hizo generosamente amigo; amistad que ha durado desde entonces.Hace pocas, muy pocas jornadas, coincidimos en una cena —cómo no: entre mayoritariamente gallegos— que aprovechamos para añorar. Tenía referencia de que en los últimos años no le había ido bien: a una de las estrellas de la televisión, le ofrecieron… migajas. Ahora las cosas parecían irle mejor. Tanto las privadas como las profesionales. Estaba contento y nos reímos mucho de nuestra contradicciones. Hasta estuvimos especulando de las cosas que podíamos hacer todavía. Hay décadas en que no tenemos oportunidad, Luis. Tómatelo con tu tradicional ironía. Nos vemos.

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