Un atasco «made in China»

Desde el 14 de agosto, el tráfico permanece detenido o, como mucho, avanzando a paso de tortuga en varios tramos de la autopista Pekín-Tíbet, a 200 kilómetros al noroeste de la capital china. Según las autoridades de tráfico, las obras en la cercana carretera nacional 110, que durarán hasta mediados de septiembre, y la lentitud de los pequeños peajes que abundan en las autopistas han causado gravísimas retenciones que han colapsado los accesos a Pekín.

Pero el verdadero motivo no es otro que el insostenible desarrollismo de China, donde el año pasado se vendieron 13,5 millones de vehículos, tres millones más que en Estados Unidos. Mientras las infraestructuras se quedan pequeñas, en los últimos meses se han comercializado más de medio millón de camiones para seguir abasteciendo de mercancías a las fábricas.

El tráfico ha aumentado un 40 por ciento en las saturadas carreteras de Mongolia Interior y Hebei, plagadas de camiones que transportan frutas y verduras a los mercados de Pekín y carbón a las centrales térmicas para seguir generando electricidad.

«Llevo ya tres días en el atasco… ¡y lo que me queda!», se queja Zhang Haifan, un chófer de 42 años que conduce un camión cargado de chatarra desde Hohhot, a más de 600 kilómetros en Mongolia Interior, hasta Tangshan. En medio de una fila interminable, el Dongfeng rojo de Zhang está atascado en el peaje de Huaian, desde donde hay unos cien kilómetros de congestión hasta la ciudad de Jining. «En mis 20 años de experiencia, éste es el peor atasco que he visto. Y eso que ésta es una de las autopistas con más circulación del país y cada vez hay más vehículos», señala el camionero.