La hermana exiliada de Fidel Castro rechazó ante la CIA matar a su hermano
Juanita Castro admite en sus memorias que colaboró con el espionaje de EE.UU. antes de dejar la isla en 1964
A la intensa relación de la Agencia Central de Inteligencia con la dictadura castrista -que durante lo más caliente de la Guerra Fría abarcó toda clase de malogrados intentos de asesinato y derrocamiento de Fidel Castro- parece sumarse también un poco de infiltración familiar. Juanita ... Castro, la hermana pequeña de Fidel exiliada en Miami, ha admitido públicamente que durante tres años colaboró estrechamente con la CIA.
Las relevaciones de Juanita Castro se han producido al hilo de la publicación a sus 76 años de un libro de memorias titulado «Fidel y Raúl, mis hermanos: La historia secreta». Volumen en el que cuenta su historia de apoyo inicial hacia la revolución que lograría el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista en 1959. Un romance político que por su parte acabaría cuando Fidel Castro optó por afianzar su régimen con la ejecución de opositores e por integrarse en el bloque comunista.
Al poco de la fracasada invasión de playa Girón patrocinada por Estados Unidos, el trabajo de Juanita Castro con la CIA comenzó en 1961. Y se prolongó hasta su salida de Cuba en 1964. Durante esos tres años, con supuesto riesgo para su vida, la hermana del dictador cubano se dedicó sobre todo a pasar información confidencial y a actuar como mensajera.
Según Juanita, desde el principio de su colaboración con los servicios de inteligencia norteamericanos se negó expresamente a participar en tramas de magnicidio o misiones que pusieron en peligro las vidas de cubanos. Su contacto inicial habría sido Virginia Leitao da Cunha, esposa del embajador de Brasil en Cuba, Vasco Leitao Da Cuyhna, quien llegaría a ocupar el puesto de ministro de Exteriores de su país.
Juanita Castro también ha identificado como su jefe directo a Tony Sforza, uno de los principales especialistas en Cuba de la CIA y que durante un tiempo se infiltró en la isla caribeña haciéndose pasar por un ludópata, llamado Frank Stevens. Tras formalizarse su reclutamiento durante un viaje a México en junio de 1961, la hermana de Fidel recibió el nombre clave de «Donna» y códigos para estar en contacto a través de emisiones de onda corta.
Latas y misiles
Su primera tarea consistió en llevar hasta La Habana latas de conservas que contenían instrucciones y dinero para los contactos de la CIA dentro de Cuba. De acuerdo a las aseveraciones publicadas en su libro, escrito en colaboración con la periodista María Antonieta Collins, Juanita facilitó detalles sobre la instalación de misiles rusos dentro de territorio cubano. Despliegue creciente de efectivos y material bélico de la Unión Soviética que culminaría en la crisis de los misiles de octubre de 1962.
Según sus memorias, Juanita salió de Cuba en 1964 después de que su hermano Raúl le indicase que los servicios de seguridad del régimen le habían abierto un dossier por actividades contrarrevolucionarias. El mismo Raúl le habría facilitado un visado para México, con la esperanza de que pudiera retornar una vez que su hubiera pasado el enfado de Fidel Castro.
Sin embargo, Juanita se dedicó a denunciar al régimen castrista. Para terminar afincada en Miami donde regentó durante tres décadas una farmacia hasta que se jubiló a finales del 2006. La última vez que tuvo oportunidad de hablar con su hermano Fidel fue en 1963, por motivo de la muerte de su madre Lina Ruz González.
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