París celebra los 125 años de la Torre Eiffel
La gran dama de hierro recibe a más de siete millones de turistas al año

París está hoy de fiesta. La Torre Eiffel , uno de los edificios más visitados del mundo y emblema de un país, cumple 125 años. Construida bajo las órdenes de Gustave Eiffel , 250 obreros levantaron esta enorme estructura de hierro en dos años, dos meses y cinco días - de 1887 a 1889- y se inaugura oficialmente el 31 de marzo de 1889 para la Exposición Universal de 1889 en París.
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Esta gran dama de hierro domina París desde sus 324 metros de altura (con antenas) y tiene unas dimensiones que en su día no fueron del agrado de muchos. Sus más de 10.000 toneladas de peso y 18.000 piezas metálicas ensambladas por 2.500.000 remaches causaron cierta controversia entre los artistas de la época, que la veían como un monstruo de hierro. Hoy en día acoge cada año a más de siete millones de turistas que hacen cola para acceder, ya sea en ascensor o por escalera, a alguno de sus tres niveles. La subida ofrece una visita atípica del corazón de la estructura metálica de la Torre, con vistas únicas sobre la capital y desde la segunda planta se puede admirar París de una forma diferente. Desde la catedral Notre Dame, el Louvre hasta el Arco del Triunfo e incluso, a lo lejos, el castillo de Versalles.
Una comida con vistas
Para aquellos que buscan algo más que unas vistas de ensueño, la torre ofrece a los visitantes cuatro lugares para disfrutar de una gastronomía parisina .
Para empezar nada mejor que los distintos bufets de la torre . El primero directamente en la explanada, otro en el primer piso y el tercero en el segundo. Durante todo el día podrá degustar una restauración ligera y de calidad, para consumir en sala o para llevar.
Situado en la primera planta, El 58 Tour Eiffel ofrece una cocina sencilla para comer o picar en un ambiente agradable. El restaurante con más glamour es sin duda El Jules Verne . Aprovechando las preciosas vistas que hay desde la segunda planta de la torre Eiffel, a 125 metros de altura, Alain Ducasse sirve una cocina contemporánea en un marco excepcional.
Para poner el punto y final a esta visita nada mejor que una copa de champagne en el Bar à Champagne, situado en el último piso del monumento, propone una pausa elegante a la par que original.
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