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¿Por qué se viste a los niños de marinero en su Primera Comunión?

La moda que aún persiste comenzó en España en los años 50

¿Por qué se viste a los niños de marinero en su Primera Comunión? abc

m.arrizabalaga

El Rey, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy, el secretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba y millones de españoles han hecho la Primera Comunión en las últimas décadas vestidos con el clásico marinero, un traje blanco con pañoleta y puños azules que sigue siendo uno de los modelos más solicitados en la actualidad.

Su alusión al mar ha dado pie a todo tipo de interpretaciones: que el niño se vestía de marinero porque navegaba ese día a un puerto seguro como era el de Jesucristo; que viajaba seguro en la barca en la que Jesús salió a pescar... Pero lo cierto es que «no hay una lectura religiosa del traje de marinero», asegura Juan Luis Martín Barrios, director del secretariado de Catequesis de la Conferencia Episcopal Española.

«La Iglesia nunca ha indicado nada sobre esto. No hay ninguna indicación de la Iglesia en lo concerniente al vestuario», añade Martin Barrios, que relata cómo es una moda que empezó a partir de los años 50 ó 60. «Después se buscan lecturas como que el marinero tiene que ver con la barca de Pedro... Mire usted, no tiene nada que ver. Son modas, costumbres sociales que se copian», subraya aunque admite que «cada uno puede darle el sentido que vea».

El vestido blanco o el traje de este color «sí que tiene que ver con el sentido del sacramento, con la limpieza, la pureza… y está relacionado también con el bautismo porque en éste se entrega como signo una vestidura blanca», pero ni siquiera este aspecto se ha impuesto desde la Iglesia, asegura el responsable de Catequesis de la Conferencia Episcopal.

«Creo recordar que en algún momento se indicó, pero cuando comenzaron tales dispendios - ¡Qué gasto se hace para un traje de un día! -, se aconsejó que no», añade Martín Barrios. Una circular del arzobispo doctor Domenech ya daba en 1952 la voz de alarma contra el lujo desmedido y creciente que se observaba en las primeras comuniones (y eso que entonces se celebraban con un chocolate con churros o con buñuelos para la familia más próxima): «Esta moda retrae a las familias modestas y a los pobres de celebrar la primera comunión de sus hijos a su debido tiempo, por creerse obligados a gastar lo que no pueden».

Un traje digno

Para entender cómo este traje se convirtió en un clásico hay que remontarse al siglo XIX, cuando comenzó la costumbre de que los niños que fueran a comulgar por primera vez se vistieran con un traje nuevo para presentarse dignamente ante el altar, según relata el historiador Juan Eslava Galán . «A principios del s.XX se va imponiendo el traje de color blanco, símbolo de inocencia y pureza, y poco a poco la vestimenta se va complicando», añade este novelista y estudioso de la historia y las costumbres españolas. Del traje de calle sin distintivo alguno se pasa a llevar un adorno con una medalla, o un brazalete distintivo.

«A partir de los años 20 en adelante -continúa Eslava Galán- se comienzan a realizar trajes específicos de Primera Comunión». Galerías Preciados y los almacenes Sepu llevan el prêt-à-porter a las primeras comuniones y ya en 1954 se anuncian con «Elegantes trajes» en «modelos Eton, marinero, smoking recto y cruzado, oficial de marina, etc» . En 1954 añadía Galerías Preciados en su publicidad « los de 'fantasía' : caballeros de ilustres Órdenes Militares, Almirante, y el finísimo modelo Lord interpretado en terciopelo negro».

El marinero fue, sin embargo, el que más se impuso a partir de los años 50, quizá por ser en su mayor parte de color blanco y más sencillo y accesible para todos. Costaba entre 350 pesetas y 550 pesetas en grandes almacenes en 1954. Hoy, a partir de unos 200 euros.

Juan Luis Martín Barrios subraya que la Iglesia siempre ha procurado que el sacramento se celebre en la sencillez y en la dignidad. «No estamos de acuerdo con tantos gastos superfluos. Nos preocupa más, como preocupó siempre, que el niño celebre lo que significa la Eucaristía, que sus padres y su familia le acompañen en la celebración y que no haya dispendios económicos, sociales… más aún en los tiempos de crisis». Por ello, recomienda que el niño «venga vestido de calle, limpio y guapo, para darle dignidad al sacramento que es lo esencial. Nada más. Y que ese pantalón y ese vestido les sirva luego…».

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