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La soledad nos enferma

Actúa sobre el organismo como un factor de estrés crónico, según una investigación

La soledad nos enferma abc

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Una nueva investigación relaciona la soledad con una serie de respuestas inmunes disfuncionales, lo que sugiere que las personas que se sienten solas pueden ver afectada su salud en general. Los investigadores hallaron que los individuos que se encuentran solos muestran signos de reactivación elevada del virus latente del herpes y producen más proteínas relacionadas con la inflamación en respuesta al estrés agudo. Estas proteínas señalan la presencia de inflamación y la inflamación crónica está vinculada a numerosas condiciones, incluyendo la enfermedad cardiaca coronaria, diabetes tipo 2, artritis y enfermedad de Alzheimer, así como fragilidad y disminución de la funcionalidad que pueden acompañar el envejecimiento.

Se sabe que la reactivación de un virus latente del herpes está asociada con el estrés, lo que sugiere que la soledad actúa como un factor de estrés crónico que desencadena una respuesta inmune mal controlada. «Está claro, a partir de investigaciones previas, que la mala calidad de las relaciones está vinculada a una serie de problemas de salud, incluida la mortalidad prematura y todo tipo de otras condiciones de salud muy graves. Y las personas que están solas claramente sienten como si tuvieran mala calidad en las relaciones», explicó Lisa Jaremka, del Instituto de Investigación de Medicina del Comportamiento en la Universidad Estatal de Ohio (Estados Unidos) y autora principal de la investigación.

Los resultados de la investigación, presentada este sábado en la reunión anual de la Sociedad de Personalidad y Psicología Social que se celebra en Nueva Orleans (Estados Unidos), se basan en una serie de estudios llevados a cabo con dos poblaciones: un grupo sano de adultos con sobrepeso de mediana edad y otro de sobrevivientes de cáncer de mama.

Los científicos midieron la soledad en todos los estudios que utilizan la «UCLA Loneliness Scale», un cuestionario que evalúa la percepción de aislamiento social y la soledad. Primero, los investigadores trataron de obtener una instantánea del comportamiento del sistema inmunológico relacionado con la soledad para medir los niveles de anticuerpos en la sangre que se producen cuando los virus del herpes se reactivan.

Niveles de anticuerpos más altos

Los participantes fueron 200 supervivientes de cáncer de mama entre dos meses y tres años tras la finalización del tratamiento contra el tumor con una media de 51 años de edad, cuya sangre se analizó para detectar presencia de anticuerpos contra el virus del herpes de Epstein-Barr y citomegalovirus. Los pacientes solitarios tenían niveles más altos de anticuerpos contra el citomegalovirus que los participantes menos solitarios y los niveles de anticuerpos más altos se relacionaron con más dolor, depresión y síntomas de fatiga. No se observaron diferencias en los niveles de anticuerpos contra el virus Epstein-Barr, posiblemente porque esta reactivación está ligada a la edad y muchos de estos participantes eran un poco mayores, lo que significa que la reactivación relacionada con la soledad sería difícil de detectar, según Jaremka.

En un conjunto adicional de estudios llevados a cabo con 144 mujeres del mismo grupo de supervivientes de cáncer de mama y otro de 134 adultos con sobrepeso de mediana edad y mayores sin otros problemas de salud, los científicos trataron de determinar cómo la soledad afecta a la producción de proteínas proinflamatorias, o citoquinas, en respuesta al estrés.

Las muestras de sangre fueron tomadas de todos los participantes, a los que se les sometió a una situación de estrés (se les pidió que dieran un improvisado discurso de cinco minutos y realizaran una tarea de aritmética mental frente a una cámara de video y tres panelistas). Los investigadores estimularon también los sistemas inmunes de los participantes con lipopolisacárido, un compuesto que se encuentra en las paredes celulares de las bacterias que se sabe que desencadenan una respuesta inmune.

En ambas poblaciones, los que estaban más solos produjeron niveles significativamente más altos de una citocina llamada interleucina-6 o IL-6, en respuesta al estrés agudo que los participantes que estaban más conectados socialmente. Los niveles de citocina, un factor de necrosis tumoral alfa, también aumentaron más dramáticamente en los participantes solitarios que en los que tenían una mayor vida social. «Vimos la coherencia en el sentido de que las personas más solitarias en ambos estudios tenían más inflamación que las personas menos solitarias», resumió Jaremka, quien subrayó que las personas que se sienten muy conectados socialmente registraron los resultados más positivos.

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