Algo más que un seminario

Monopolizado el gran protagonismo informativo por la política y la delincuencia (o tal vez fuera mejor decir por los políticos delincuentes), quizá al lector le haya pasado inadvertida la noticia del cierre del seminario de Mondoñedo, el más antiguo de los de la provincia eclesiástica compostelana. Su expiración se explica en términos aproximadamente mercantiles: falta de clientes, es decir de alumnos. Se ve que aquí también funciona la inexorable ley de la oferta y la demanda y ni siquiera la protección de santa Catalina (he aquí la pomposa denominación del centro: Real Seminario Conciliar de Santa Catalina, con la imagen de la mártir de Alejandría en el frontón de la fachada) ha sido capaz de hacer surgir vocaciones sacerdotales entre los jóvenes de la que fue antigua diócesis de Britonia, extendida hoy por tierras luguesas y coruñesas.

Supongo que serán mayoría las personas que juzguen el cierre del seminario de Mondoñedo como una anécdota insignificante para Galicia, opinión que se entiende sin mayor esfuerzo en estos momentos en los que sobre nuestro país se ciernen amenazas gravísimas. Pero no se trata de establecer comparaciones valorativas entre el seminario mindoniense y la crisis del sector naval o el latrocinio de las preferentes o las tenebrosidades financieras de Pescanova. Cada cosa en su sitio. Lo que ahora queremos subrayar es la importancia que en el trazado de la identidad histórica y social de Galicia significó una institución docente que, quiérase o no, lleva entre nosotros desde el siglo XVI.

Del centro que ahora se clausura salieron sabios y santos. Y por sus aulas pasaron algunos de los nombres cimeros de la literatura gallega, desde Pastor Díaz a Iglesia Alvariño y desde Noriega a Díaz Castro, a quien el año próximo le estará dedicado el Día das Letras Galegas. Nadie negará el cierre del seminario mindoniense es algo más que un ERE de extinción.