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EDITORIAL

Plan de choque contra la corrupción

La creación de nuevas plazas de jueces y fiscales, la ampliación de la plantilla de Anticorrupción o la implantación de la Oficina Fiscal son medidas relevantes y necesarias

Rajoy, durante su intervención en el Congreso para responder a las preguntas de la oposición sobre la corrupción EFE

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La Fiscalía, como órgano garante de la más estricta legalidad, es fundamental para el funcionamiento de nuestra democracia. Por su delicada tarea en la persecución de cualquier delito, especialmente la corrupción política, el Ministerio Público siempre se utilizará como arma arrojadiza entre los partidos ... , y su credibilidad siempre estará en entredicho en la medida en que los nombramientos de su cúpula forman parte de la pugna ideológica por el poder. Es inevitable. España necesita una Fiscalía independiente y ajena a los manejos de los partidos porque solo así contribuirá a la mejora de la imagen de nuestra Justicia y a realizar un auténtico servicio a los ciudadanos. Sin embargo, es habitual que las «guerras de fiscales» no tengan su origen en discrepancias profesionales, ni suelen estar basadas en cuestiones internas u orgánicas. Esa es solo la excusa. Lo cierto es que a menudo determinados fiscales actúan como auténticas extensiones de los partidos en el Ministerio Público para enturbiar procesos en marcha, presionar a los fiscales jefes, generar un debate público sobre la falta de independencia, y sobreactuar con rebeliones más mediáticas que formales. Es lo que ahora ocurre, por ejemplo, con la Unión Progresista de Fiscales frente al fiscal jefe Anticorrupción, al fiscal general, y al propio ministro de Justicia, cuyas explicaciones públicas, sean las que sean, nunca terminarán de satisfacer a la oposición porque las campañas de acoso son inherentes al juego político.

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