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TERRORISMO

¿Quién fue el etarra que enseñó a Pablo Escobar a utilizar explosivos?

Los distintos testimonios no acaban de poner nombre al terrorista que enseñó a utilizar bombas y dispositivos automáticos a los miembros del cartel de Medellín

¿Quién fue el etarra que enseñó a Pablo Escobar a utilizar explosivos? EFE/EPA/POLICÍA DE MEDELLÍN

JULIO TOVAR

La medianoche del 12 de enero de 1988 los hijos de Pablo Escobar , Manuela y Pablo, querían salir a por hamburguesas. El padre insistió en que se quedaran en la casa a cenar, y sin saberlo evitó el que quizá habría sido un destino fatal de haber llegado tarde. Este edificio, llamado Mónaco , era un completo búnker de 800 metros cuadrados y ocho pisos. Servía de refugio a sus dos hijos, su esposa y todo su conciliábulo de matones.

Rodeada de palmeras, recién traídas de Miami, contaba con una piscina, una cancha de básquet, y con una completa colección de arte además del renombrado repertorio de coches del jerifalte del nuevo opio. Según el periodista Juan Antonio Salazar en su libro «La parábola de Pablo»: «Todo el edificio Mónaco lo ocupaba la familia Escobar: un piso para atender fiestas, otro para gimnasio y un penthouse donde Victoria había procurado una decoración sobria que incluía obras de reconocidos pintores colombianos como Botero, Grau y Obregón , y una escultura del francés Auguste Rodin ».

Los hijos de Escobar pudieron dormirse, no sin esfuerzo según cuenta Salazar, pero fueron despertados por una fortísima explosión de 700 kilos de dinamita al día siguiente. Escobar se había ido poco antes, al amanecer, permaneciendo allí su familia. A las 5:10 tres desconocidos se bajaron a toda prisa de un coche bomba , que explotó poco después. Destruyó la fachada del edificio, derrumbó las viviendas aledañas y dejó lleno de cristales el barrio Santa María de los Ángeles . El alcalde de Medellín, William Jaramillo , dio el perfecto testimonio de cómo quedó este barrio de la ciudad: «Esto se parece a Beirut ».

Era el inicio de «la era de las bombas» en Medellín : a lo largo de este 1988 se llegaron a poner más de 50 bombas y se inició el gran conflicto entre el cartel de Cali y el de Medellín. El 18 de febrero se incendió una sucursal en Medellín de la cadena «Drogas La Rebaja», y hubo más de 30 atentados dinamiteros entre los carteles de Medellín y Calí. Ahora bien, ¿cómo pasó la lucha de bandas, con fusiles en mano , a acabar siendo dominada por los explosivos? Más aún, ¿quién enseñó a los cárteles colombianos, al propio Pablo Escobar, a poner bombas?

La pista etarra

Según el libro de memorias de Roberto Escobar, alias «El Osito» , fue el cartel de Cali el primero en contactar con un artificiero. Escobar, hermano del capo Pablo, cree que el primer contacto se dio en la estancia penitenciaria de Gilberto Rodríguez Orejuela , jefe del cartel de Cali, en España. Orejuela había sido detenido el 15 de noviembre de 1985 en Madrid, en la calle general Oráa, luego de una petición de extradición de los gobiernos de Estados Unidos y Colombia.

Son todavía los años duros del terrorismo de ETA (37 víctimas en lo que iba de año) y las cárceles madrileñas se llenaban por la aplicación de manera diligente de la ley antiterrorista (1978). Según el hermano de Escobar «recordaba que un buen amigo de él , que llamaré Rubén, había estado en prisión en España en el mismo tiempo que Gilberto Rodríguez Orejuela, uno de los líderes del cartel de Cali. Pablo contactó con Rubén, que le dijo que un miembro de las guerrillas vascas, la ETA, al que llamaré el hacedor, estaba también en prisión al mismo tiempo»

Este, según «El Osito», era muy conocido en España como «parte de ETA» y se le consideraba una luminaria en explosivos. Pablo, luego del atentado del Mónaco, quiso conocerle. El sensacionalista libro firmado por Astrid Legarda, «El verdadero Pablo: Sangre, traición y muerte…», recoge las memorias de Popeye ( Jhon Jairo Velásquez ), lugarteniente de Escobar, y confirma este etarra que enseñó a Escobar a poner bombas:

«El negro le cuenta al Patrón que, cuando estuvo preso en los Estados Unidos, conoció a un experto en explosivos, integrante de la ETA, un grupo terrorista del País Vasco en España. A Escobar se le prende el bombillo y pregunta si lo pueden ubicar. Pabón le pide dos días para indagar por él, con un amigo que tienen en común».

«Pabón» es Jorge Elí El Negro , otro lugarteniente de Escobar, conocido por su fiereza y del que se cuenta que un lío de faldas suyo llevó a la guerra entre los cárteles.

Testimonios equívocos

Este «Rubén», volviendo al testimonio de Roberto Escobar, fue el encargado de contactar con el llamado por él «el hacedor» . ¿Sería el amigo que cita Pabón? Pero él lo conoció en EE.UU, estando preso, a diferencia de la cita España. Estaríamos hablando de dos artificieros vascos, pero luego del testimonio del hermano de Escobar es probable que se mezclen varias historias. Lo que coincide en las dos fuentes es que los lugartenientes de Escobar se intentaron poner en contacto con el terrorismo vasco.

Se da la circunstancia, sigue el testimonio del hermano de Pablo Escobar, que este etarra estaba en Colombia intentando llevar cocaína a España. Pablo le ofreció un trato, entonces: entrenar a varios de sus hombres a cambio de poder exportar la mejor cocaína al mejor precio. Son los años 80, y las drogas, especialmente en el norte, empezaban a cobrarse las primeras víctimas. La cita de Escobar era definitiva: «Pondré mi mercancía en España con precio barato, más barato que nadie, pero ayúdame para entrenar a mi gente con las bombas».

La conversación posterior vio desvelar muchas incógnitas: el etarra confesó ser el autor del atentado a la residencia Mónaco. Él pensaba que era una acción «contra alguien del gobierno ». Escobar fue tajante en su respuesta: «Te daré más dinero que Cali, pero te descubro que esa bomba era contra mí . No te preocupes: no lo conocía s» Tanto el libro de Rainbow Nelson y James Mollison « The Memory of Pablo Escobar» como el de Michael D. Lyman y Gary W. Potter «Drugs in Society: Causes, concepts and Control» confirman esta conexión con ETA. El último, de hecho, afirma que la banda terrorista vasca ayudó a los colombianos gracias a su «experiencia en el uso de coches bombas».

El hijo de Pablo Escobar, Juan Pablo , en una entrevista a «El Comercio de Asturias» confirmó esto, finalmente, aunque no llegó a dar detalles precisos: «El jefe del cartel de Cali Gilberto Rodríguez resultó detenido en España y en la celda conoció a un miembro de ETA. Se hicieron amigos y les enseñó a poner bombas en los coches. El 13 de enero de 1988 colocaron 700 kilos de explosivos en el edificio en el que nos encontrábamos mi madre y yo. Fue el inicio del narcoterrorismo más duro»

Sombra de un recuerdo

Para el periodista experto en ETA del diario ABC Javier Pagola «esta conexión no ha sido probada todavía» ya que en España no «ha habido investigaciones policiales». Recuerda que en los años 80 Felipe González intentó acuerdos con las potencias internacionales para evitar «los santuarios de etarras». Afirma, de hecho, que «en Uruguay muchos de ellos llegaron a abrir varios negocios con éxito». Eso sí, considera «probada» la relación del grupo terrorista vasco con la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (las FARC) luego del informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).

El libro con el testimonio de «Popeye» es prolijo en detalles respecto a este etarra al que nombran «Miguel». Según el hijo de Pablo Escobar este nombre puede ser «falso» y que también hay que «creer en la mitad» el testimonio del lugarteniente de su padre. Se le describe al citado «Miguel» como un hombre de piel pálida, con «gran inteligencia y educación». El libro finaliza con el descuartizamiento de ese hombre, al que parece luego tiraron al río. La pregunta queda, entonces, todavía ¿quién era este hombre? ¿Se puede confirmar su autoría? ¿Llegó a través del cartel de Cali? ¿O del propio Escobar? ¿El encuentro fue en una cárcel de España o EE.UU.?

La que sí resulta cierta, sin duda, es la aguda cita de Alonso Salazar sobre este periodo siniestro de la historia de Colombia: «antes de Pablo Escobar, nadie pensaba que en Colombia pudiera explotar una bomba en un supermercado o en un avión en vuelo».

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