El prestigio de González y Aznar refuerza la figura del expresidente

La defensa de los opositores venezolanos que sufren la represión del régimen de Nicolás Maduro ha disparado el prestigio internacional de Felipe González, que ha recibido elogios de los países democráticos y el apoyo absoluto del Gobierno de España. Mariano Rajoy habló por teléfono con él antes de que viajara a Caracas para mostrarle el respaldo total del Ejecutivo, y más tarde elogió en público la labor que tenía entre manos. En Moncloa se valora el perfil institucional y de defensor de los valores democráticos que ha adoptado González, como expresidente del Gobierno, por encima de siglas y colores políticos.

González siempre ha sido reclamado en conferencias y cursos, sobre todo en Iberoamérica, pero también en el resto de Europa, para impartir conferencias sobre la política europea, principalmente. Renunció a entrar en el Consejo de Estado, y el pasado mes de mayo dejó también el Consejo de Administración de Gas Natural, donde estuvo cuatro años.

José María Aznar abandonó el Consejo de Estado tras ser fichado por Murdoch, en 2006. En 2011, Endesa le fichó como asesor externo. Su pluriempleo se completó con la Universidad de Georgetown y la Johns Hopkins , y más recientemente como presidente del Instituto Atlántico del Gobierno. Todo ello sin olvidar su protagonismo en FAES, el «laboratorio» de ideas del PP, desde donde participa a menudo en el debate interno de su partido.

El prestigio internacional de Aznar es visible también, sobre todo en América, como se ha vuelto a poner de manifiesto en la crisis de Venezuela. Aznar participó activamente en la firma de la Declaración de Caracas, que extendía la de Panamá, en la que 27 exmandatarios se unieron para denunciar el agravamiento de la situación política, social y económica de Venezuela .

El caso de Zapatero es muy diferente al de los dos expresidentes anteriores. A punto de dejar el poder, confesó que «el mejor destino era el de supervisor de nubes acostado en una hamaca», como ya dijo Ramón Gómez de la Serna . Desde su retiro, admitió a los suyos que quería dedicarse solo a «hacer feliz» a su familia. A eso, y al Consejo de Estado, al que no ha renunciado. Durante un par de años Zapatero ocupó un papel muy discreto como expresidente, algo elogiado desde el partido en el poder: «Fue mal presidente, pero está siendo muy buen expresidente», era la frase repetida.

Tras su largo retiro, Zapatero volvió básicamente para «enredar», como reconoció el propio Pedro Sánchez , a quien no le gustó nada la cita secreta que el expresidente tuvo con Pablo Iglesias , cuando el PSOE oficial aún renegaba de Podemos, y el apoyo constante a Susana Díaz. No solo molestó a la dirección nacional del PSOE, sino que pronto irritó al Gobierno de España con su viaje a Cuba y su entrevista con Raúl Castro , sin comunicarlo siquiera. Poco después volvería a enojar a Exteriores con un viaje al Sahara que alegró mucho a Marruecos, al creer que avalaba su presencia en ese territorio.

Los expresidentes del Gobierno en España tienen un estatuto regulado en 1992. Gozan de tratamiento de «presidente», dos puestos de trabajo adscritos y una pensión anual que ronda los 75.000 euros, pero no está regulado su papel político e institucional.