Filicidas: cuando los asesinos son los propios padres

Su exmujer, de la que se había divorciado recientemente, le había denunciado por maltratar a sus hijas y había pedido en en 2013 medidas de protección, que no fueron concedidas. El supuesto parricida tenía asignado un régimen de visitas a sus hijas y fue en éste cuando según todos los indicios acabó con sus vidas en el piso en el que vivía en San Juan de la Arena. En la cafetería donde Bilbao Aizpurúa estuvo ayer mismo a las dos de la tarde, poco antes o después de cometer el brutal asesinato, no notaron diferencia en este cliente habitual.

Fría como el témpano se mantuvo también la madre del niño de dos años cuyo cadáver fue encontrado envuelto en una manta una maleta junto a las vías en Oviedo. Detenida en León el pasado 11 de noviembre, la mujer se mostraba impasible, como si lo ocurrido no fuera con ella. Con absoluta frialdad, ni siquiera admitía que su hijo estuviera muerto. ««Se lo ha llevado un familiar y me lo devolverá», decía mientras el padrastro del pequeño confesaba el crimen: «El niño no paraba de llorar y le pegamos. Se me fue la mano ».

El filicida de Ubrique , que mató a cuchilladas a sus dos hijos de 20 y 16 años el pasado octubre, «no era agresivo», aunque sí «frío» con sus hijos. «No mostraba sentimiento alguno», afirmó un amigo del presunto asesino que horas después del crimen en la localidad gaditana afirmaba: « Se tiene que haber vuelto loco; no me lo imaginaba de Juan en la vida ». La hija fue hallada en la calle en un charco de sangre y el hijo en el interior de la vivienda, ambos asesinados con un cuchillo que fue encontrado por la Guardia Civil en un arroyo. El padre, viudo desde hace menos de dos años y que vivía con ellos en Ubrique, fue detenido en el monte a unos dos kilómetros de la localidad. Se había herido en el forcejeo con sus hijos y él mismo se habría practicado un torniquete para contener la hemorragia. El reguero de sangre facilitó la detención de este hombre que mantenía frecuentes disputas con sus hijos, según los vecinos.

A la parricida de Usera (Madrid), que mató a cuchilladas a su hijo de tan solo dos años en su vivienda de la calle de Rutilo, la encontraron en coma en la bañera junto al pequeño, en parada cardiorrespiratoria. Poco antes de las dos de la tarde, Alicia R. R., de 41 años, se había sentado en una de las ventanas de la casa, en un quinto piso, con los pies colgando hacia fuera. «No dijo ni una palabra. Muda e inexpresiva, obedeció cuando insistimos en que se metiera para dentro y cerrara la ventana», contaba una vecina. Los bomberos, que habían acudido ante el intento de suicidio, decidieron entrar en la vivienda momentos después al ver que no respondía a las llamadas y se toparon con el horror. Intentaron sin éxito reanimar al pequeño y trasladaron al hospital a la mujer, en estado grave con una intoxicación por pastillas. La parricida estaba en tratamiento psicológico por depresión y había tenido varios intentos de suicidio.

« Lo hago por el bien de los niños », dejó escrito en una nota el hombre que degolló a su hijo de 19 meses e hirió de cinco cuchilladas en la espalda a su otro hijo de 5 años en su casa de Carabanchel. La rápida llegada de los agentes impidió que Jorge Diego C.A., de 32 años, nacido en la ciudad uruguaya de Montevideo y con residencia legal en España, llegara a suicidarse. Aún se intentó quitar la vida después en los calabozos de comisaría. La reciente separación de su mujer habría sido el detonante del escalofriante crimen, según los primeros indicios. «No vas a volver a ver a los niños», dijo el parricida.

También la filicida de Pilas advirtió a sus compañeras de trabajo de la noticia que iban a conocer al día siguiente. « Mañana os vais a enterar del monstruo que soy », les dijo tras recibir una llamada de su entonces esposo para que acudiera tras haber encontrado los cuerpos de sus dos bebés en el congelador de su casa en noviembre de 2012. Así lo relataron el pasado septiembre en la segunda sesión del juicio contra Sara López, quien ocultó sus embarazos y ahogó a sus recién nacidos . Fue condenada a 35 años de cárcel aunque su abogado ha recurrido el fallo ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) y ha solicitado su libre absolución.

A principios del próximo año comenzará el juicio por el crimen de Asunta Yong Fang , la niña de 12 años de origen chino hallada muerta en una pista forestal en el municipio coruñés de Teo en septiembre de 2013. Dos días después era detenida su madre adoptiva, Rosario Porto, y al día siguiente su padre, Alfonso Basterra, acusados de un delito de homicidio que después fue elevado a asesinato. El caso conmovió a España entera, que siguió durante meses los avances en la investigación que, aún hoy, carece de móvil definido. «Si el juez, cinco agentes y un fiscal no han sido capaces de encontrar el porqué, yo tampoco», señala la periodista Cruz Morcillo, autora del libro « El crimen de Asunta » (La esfera de los libros) que acaba de ver la luz.

«No tenemos pruebas definitivas y lo que no se prueba, en Justicia, no existe. Pero al leer el libro se puede percibir que los motivos de uno y otro no pudieron ser los mismos», afirma la reputada reportera para quien «hay por ahí abiertas un par de cosas que podrían aclarar lo ocurrido» en el esperado juicio.

Para el juez José Antonio Vázquez Taín, que instruyó la causa, ambos padres «colaboraron» para matar a Asunta siguiendo un plan «orquestado» porque la niña les «estorbaba». El padre habría administrado la dosis mortal de Orfidal a la niña y la madre la habría asfixiado en Montouto. La Fiscalía pide 18 años de prisión para ellos, dos menos que la acusación particular, mientras las defensas solicitan la libre absolución.

José Bretón fue condenado en julio de 2013 a 40 años de prisión , la pena máxima, por matar a sus hijos Ruth y José, cuyos restos quemó en la finca de Las Quemadillas. El magistrado Pedro J. Vela de la Audiencia Provincial de Córdoba creyó probado, como el jurado popular, que Bretón mató a sus hijos para vengarse de su mujer Ruth Ortiz. Finalizaba así uno de los casos más mediáticos de los últimos años . El doble crimen de los niños de Córdoba pasó a engrosar la historia negra de España y Bretón la lista de los filicidas condenados.

Otro de los casos más escalofriantes de los últimos años lo había protagonizado la madre que en 2011 ahogó en la bañera a sus dos hijos, de 3 y 11 años , en Jaén. Ese mismo año en Gerona, un padre decapitó a su hija de 18 meses asegurando que el diablo se lo había ordenado. En 2010, un padre colocó una bombona de butano junto a su hijo de 14 meses y la hizo arder en Ponte Ribeira, abrasando al niño.

L.A.S. asfixió a sus dos hijos, un bebé de 11 meses y una niña de 5 años en un hotel en Lloret, Gerona, para no perder la custodia en favor de un pederasta británico.

En febrero de 2008, una madre dolida por su divorcio, mató a sus dos niños de 3 y 7 años con fármacos. Dos de más edad lograron salvarse en esta terrible tragedia que tuvo como escenario el pueblo navarro de Mutilva Alva. En 2007, F.J.C. mató a su hija de 15 meses en la bañera a golpes y tras lanzarla contra la pared en un hotel de Madrid. Dos años antes, J.M. asesinó con un martillo a su mujer y a sus dos hijos de 6 y 2 años en Elche.

La muerte de los dos pequeños ayer en Asturias no es, por desgracia, un caso aislado.