Rajoy suelta lastre de la crisis a los dos años del triunfo
El presidente resume así el balance de media legislatura: «Hoy a nadie se le ocurre preguntarme por el rescate»
mariano calleja
El «marianismo» tuvo una avalancha de adeptos el 1 de agosto . Esa fecha en el calendario marca un antes y un después en los dos años de legislatura. «Será recordado mucho tiempo», confiesa un diputado del PP. ¿Qué ocurrió ... ese día? Mariano Rajoy comparecía en el Congreso (que se trasladó al Senado por las obras en la Carrera de San Jerónimo) para dar explicaciones por el caso Bárcenas , en el momento político más complicado para él y el PP.
Su intervención, en la que reconoció su error por haber confiado en una persona como Luis Bárcenas , fue una inyección de moral para los populares. «Estuvo espectacular» , comentan en el Grupo Popular, donde se vivieron las horas y los días previos con una gran tensión y nerviosismo. «Mariano mutó. Le salió la raza de político» . Lo cierto es que desde ese momento el caso quedó desactivado políticamente y tanto el Gobierno como el PP respiraron profundamente.
El 20 de noviembre se cumplen dos años desde que el PP ganó las elecciones generales con una mayoría absoluta de 186 diputados , en contraste con el desplome rotundo del PSOE, castigado por su gestión en los años de la crisis. Durante este tiempo, el caso Bárcenas ha sido un lastre pesado, pero desde luego no el único ni el más importante para el equipo de Rajoy, aunque quizás sí el más pegajoso y maloliente. « El Gobierno puede compararse como un globo que quiere subir pero tiene tres sacos que le empujan hacia abajo: la crisis, Cataluña y Bárcenas. De los dos primeros se está soltando lastre ya, del tercero solo cabía gestionarlo bien para que no lo hiciera caer al suelo» , comentan en el Congreso.
«SIEMPRE TRANQUILO»
En este tiempo, señalan las fuentes consultadas, ha ganado el «marianismo», entendido como esa forma de hacer política «tranquila, sosegada, reflexiva, moderada». «Fumándose un puro» , apunta otro diputado.
¿Han visto alguna vez nervioso a Rajoy estos dos años? La respuesta siempre suele ser la misma (a veces, acompañada de una risa): «¿Nervioso? ¿Mariano? ¡No, nunca! Puede estar preocupado, pero siempre tranquilo» . De esa manera, explican, ha ido ganando la batalla al desafío independentista catalán, que poco a poco se ha ido pudriendo en su endogamia mientras muestra su cara más obscena: la amenaza con la sandalia en mano.
Con ese mismo estilo que a veces desespera a quienes le rodean , Rajoy está haciendo frente a la mayor crisis en décadas, y ahora empiezan a verse los resultados. Y con ese temple afrontó un caso que le asqueaba, el de Bárcenas, hasta que logró dejarlo apartado en un rincón, como una granada de mano que ya solo es chatarra tras ser neutralizada.
Los «marianistas», que empiezan a ser legión, ven corroboradas sus tesis en el último barómetro del CIS, de octubre, que apunta la primera remontada del PP desde las elecciones generales, con una ventaja de 7,2 puntos sobre el PSOE. «Vamos en la buena dirección» , se ufanan, mientras sus adversarios se descomponen en divisiones internas, tanto el PSOE como CiU. «Mariano es el mejor gestor del conflicto ajeno» , murmullan en el PP.
DOS FOTOGRAFÍAS DISTINTAS
Entre las elecciones del 20 de noviembre de 2011 y el día de hoy, las fotografías contrastan como la noche y el día. Vayamos al debate de investidura, el 19 de diciembre de 2011. Un Rajoy preocupado y grave se dirigía así a los diputados: «Cuando las nubes de la pesadumbre ocultan el cielo, parece que somos incapaces de ver otra cosa, incluso de imaginar que puedan desaparecer».
España se encontraba en una situación crítica, mucho más cerca del abismo que lo reconocido por el Gobierno saliente de Zapatero, y el entonces candidato del PP anunciaba un «panorama sombrío» y muchos sacrificios para los españoles. «Yo no he llegado a este momento para cosechar aplausos, sino para intentar resolver los problemas» , alertaba Rajoy. Sabía lo que decía.
Saltamos en el tiempo hasta noviembre de 2013: observamos a un Rajoy mucho más suelto y confiado, con un recuperado optimismo y la vena irónica en plena forma: «Ahora vemos la tierra. Ahora nos consta que vamos bien. Estamos lejos, sí, pero la tierra está a la vista» . España había empezado a soltar peso y recuperaba la confianza perdida.
Esas dos fotografías marcan el principio y el final de la primera parte de la legislatura, un camino duro de recortes, subidas de impuestos, reformas profundas, una intervención del sistema financiero, riesgo de rescate total con una prima de riesgo desbocada, el euro en el aire, dos huelgas generales, y una oposición que no ha cumplido su promesa de hacer una tarea constructiva.
«En estos dos años se han tomado medidas muy difíciles. Se ha hecho un saneamiento de la economía como nunca se hizo en toda la democracia» , sostiene el portavoz parlamentario del PP, Alfonso Alonso.
En el primer año de legislatura, 2012, el Gobierno se volcó en evitar el rescate. «Si no llega a ser por Mariano, acabamos como los griegos o los portugueses. Tuvo aguante, mucho aguante, para no pedir el rescate. No fue un éxito colectivo, como dicen algunos. El mérito fue del presidente, que aguantó frente a toda presión y le echó un par» , comenta alguien muy cercano al jefe del Ejecutivo.
EL PRIMER GRAN DECRETO
El nuevo Gobierno tardó solo nueve días en aprobar el primer gran decreto-ley de la legislatura, con medidas urgentes contra la crisis, incluida una subida temporal del IRPF , que contradecía de forma flagrante su promesa electoral. Se utilizó un argumento que sería piedra angular del discurso del Gobierno: la «herencia recibida» .
En ese primer año, el Consejo de Ministros dio luz verde a 29 decretos-ley con reformas urgentes para sanear la economía , incluida la reforma laboral (10 de febrero de 2012), que llevaría a los sindicatos a convocar su primera huelga general el 29 de marzo (la segunda sería el 14 de noviembre), solo cien días después de que Rajoy fuera investido presidente.
En julio, el Gobierno aprobaba una subida del IVA y la suspensión de la paga de Navidad de los funcionarios. En mayo estalló por completo la crisis financiera : Rodrigo Rato abandonó Bankia, que fue intervenida. Dos meses después, el Eurogrupo aprobó el rescate del sistema financiero, con un fondo de 100.000 millones de euros, de los que finalmente se usaron 41.300. Todas las alarmas de la Moncloa ululaban con fuerza: la tensión era máxima, y el riesgo de rescate total, cierto.
El 2 de agosto, Rajoy y Monti almorzaban en la Moncloa, mientras la prima de riesgo subía como una bala. Fue uno de los momentos más complicados para el presidente del Gobierno: España se la estaba jugando esa jornada. Fue entonces cuando el presidente del BCE pronunció las cuatro palabras mágicas: «El euro es irreversible» . Un frase que marcó un punto de inflexión en la crisis.
En medio del caos, el presidente de la Generalitat de Cataluña, asfixiado por las deudas e incapaz de encontrar soluciones, se plantó en La Moncloa para exigir una especie de concierto económico a la catalana: eso o la independencia. Rajoy le respondió con un sonoro «no» y Artur Mas convocó elecciones en noviembre. El presidente, impasible, comprobó cómo CiU perdía 12 diputados, mientras el PP, en Galicia, reforzaba su mayoría absoluta.
La tormenta perfecta se produjo a partir de enero de 2013, cuando se publicaron los supuestos papeles de Bárcenas. De nuevo se impuso el estilo «marianista»: ante todo, mucha calma y luego ver, esperar, comparecer una vez para negar las acusaciones y volver a esperar. Muchos en el PP creen que el tiempo le ha dado la razón en su manera de actuar.
LA NOTICIA MÁS ESPERADA
Si el primer año del Gobierno de Rajoy fue el del «aguante» frente al rescate, el segundo, 2013, se centró en frenar la recesión e iniciar la recuperación. La noticia más esperada llegaba el 23 de octubre, cuando se confirmaba que España había crecido un 0,1 por ciento en el último trimestre, y dejaba atrás nueve trimestres de contracción. «Ni un minuto de respiro» , exigía Rajoy a los suyos recientemente. Y resumía así el cambio producido en España: «El pasado año, por estas fechas, cada vez que acudía a una rueda de prensa, la primera pregunta era siempre la misma: señor presidente, ¿cuándo va a pedir usted el rescate? Hoy, a nadie se le ocurre una pregunta como ésa ».
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