Urdangarín propuso a un empresario hacer un trasvase entre el Mar Rojo y el Muerto

Eugenio Calabuig contrató a Urdangarín y a un colaborador suyo, José María Treviño, para que buscasen inversores y oportunidades de negocio para la firma en el extranjero, sobre todo en países árabes, aunque también, por ejemplo, en el puerto de Lisboa. En total, el Duque de Palma acabó cobrando por ese trabajo, que resultó infructuoso, un total de 140.000 euros -Agval pagó en total 375.000-, que además recibió en cuentas suizas a nombre de una empresa pantalla, Alternative Global Service.

Se da la circunstancia de que fue Treviño quien buscó a un testaferro, el belga Robert Cockx, para que abriera esas cuentas en Suiza en las que Agval abonó el importe de los servicios prestados por Urdangarín y su colaborador. Cockx, a cambio, recibió el 5 por ciento de lo ingresado en ellas.

Calabuig explicó asimismo que firmó esta colaboración con Urdangarín por ser «yerno del Rey, trabajar entonces en Telefónica, tener relación con la Generalitat y pertenecer al Comité Olímpico». No obstante, pasado el tiempo comprobó que esa relación no tenía mucho sentido, porque los proyectos que le presentaban eran demasiado ambiciosos para el potencial de su empresa. Por ello, acabó con la relación.

Precisamente, la pieza del «caso Noos» en la que se encuentra esta declaración contiene también la descripción de las estructuras fiduciarias con las que Torres y Urdangarín supuestamente sacaban de España grandes cantidades de dinero de forma opaca. La primera de ellas giraba en torno Blossom Hills y De Goes Center for Stakeholder Management Ltd, radicadas en Londres y a cuyas cuentas corrientes fueron transferidos, según las investigaciones, un total de 420.000 euros desde el Instituto Nóos y 50.000 desde la filial de De Goes en España.

La segunda estaba destinada a desviar fondos particulares de Torres y para ello se creó estructura con una sociedad matriz en Belice y una empresa filial en Londres, llamada Vikram Strategy.