España supera la reválida de los mercados
La mejora de la solvencia de la deuda nacional por parte de Moody’s abre la puerta a nuevas subidas de la nota soberana desde otras agencias de calificación
javier tahiri
Cuando en la noche del pasado viernes 21, la agencia de «rating» Moody’s decidió subir un escalón la solvencia de España, generó un efecto dominó a lo largo de la península. A la mañana siguiente administraciones, bancos y empresas nacionales se despertaron sabiendo que ... también mejoraba su credibilidad de cara a los mercados. Y abarataba su financiación. Estos son los efectos detrás del aumento de la nota de la deuda española de Baa3 a Baa2 (aprobado pero con mejora) con perspectiva positiva. Una operación que generó una cadena de subidas la semana pasada que no se producían desde el año 2001, cuando llegó la última mejora de la calificación de nuestro país por parte de alguna de las tres principales agencias de «rating». La tendencia ha cambiado y los expertos consultados coinciden en señalar que la puerta está abierta a nuevas subidas de la nota soberana.
En estos momentos España progresa adecuadamente pero necesita mejorar. Entre las razones que esgrimía la norteamericana Moody’s para justificar la subida de un escalón en la nota crediticia de la deuda nacional figuran el aumento de la competitividad española, los avances alcanzados con reformas como la laboral o la que afecta al sistema de pensiones , así como la reducción del déficit público y la reestructuración bancaria. La evolución se refleja en la evaluación.
«La decisión de Moody’s de mejorar la nota de España fue sorprendente sobre todo por el momento en el que se produjo. Hace un mes revisó su perspectiva del país de negativa a neutral y ahora ha mejorado un escalón la nota pero también la perspectiva», explica José Luis Martínez Campuzano, estratega de Citigroup en España, que además destaca que la agencia incita al Gobierno a continuar con las reformas.
En los últimos años los movimientos de las entidades de «rating» habían apuntado hacia el extremo contrario. La crisis desembocó en una cascada de bajadas de notas que llevaron a España de la «triple A», calificación máxima de solvencia en una escala que desciende hasta la C o D según la agencia, hasta rozar el «bono basura», que representa prácticamente estar en quiebra.
«Desde el pasado año, España ha experimentado un cambio de tendencia en sus principales indicadores macroeconómicos, si bien es cierto que otros, como el paro y la deuda pública, siguen en niveles muy altos. Este cambio de tendencia provocará que tarde o temprano nuestro "rating" soberano mejore su calificación», afirma Jorge Delclaux, consejero delegado de Roland Berger en España.
Nuevos exámenes
Así, el país ha superado con nota la primera fecha de las siete revisiones que tiene que encarar en 2014 ante las principales agencias de «rating». Al estrado, España tiene una calificación de «BBB-» para la norteamericana Standard and Poor’s y de «BBB» para la británica Fitch. Mientras Moody’s tiene una perspectiva «positiva» los otros dos organismos albergan una visión «estable» lo que apunta a que se suba o, al menos, se mantenga la nota actual en las próximas fechas. La siguiente agencia en evaluar a España será Fitch, el 25 de abril, y después el 23 de mayo lo hará Standard and Poor’s.
Si bien cada examinador tiene su propia metodología para medir la solvencia o capacidad de pago de los países, las tres tienen en cuenta varios perfiles que miden factores económicas, fiscales pero también variables políticas e institucionales. El PIB per cápita, el nivel de endeudamiento, el déficit público, la estabilidad y funcionamiento del sistema así como la inflación. Pero las agencias también valoran la probabilidad de riesgos financieros o del exterior. Así, si bien en 2010 cuando España perdió la máxima nota de Moody’s tenía una tasa del desempleo del 20% y cerró el año con una caída de su economía del 0,1%, un déficit público del 9,2% y una deuda pública del 61% del PIB, en ese momento la tendencia del país y el contexto europeo era más negativo.
«Las agencias de calificación crediticia se guían, principalmente, por criterios que responden a cómo se comporta la política económica. Ésta se traduce en indicadores como el PIB (denominador común para establecer el riesgo país), la renta per cápita, la tasa de crecimiento económico, la tasa de paro, el déficit público, la inflación o, en algunos casos, el tipo de cambio monetario, entre otros. También se estudian los ratios de importaciones y exportaciones y su vinculación al PIB y el ratio de deuda sobre el total de la economía», explica Delclaux.
Por ejemplo, en su último informe sobre España, Standard and Poor’s abre la puerta a una futura mejora de la nota de la deuda española en caso de que el Gobierno cumpla el objetivo de déficit público comprometido con Bruselas en 2013, del 6,5% del PIB sin incluir las ayudas a la banca, además de si continúa con reformas estructurales y se siguen reduciendo los costes de financiación para empresas y Estado. Sin embargo, de cara a una posible rebaja, la agencia empeoraría la nota de nuestro país si la deuda pública del Estado superase el 100% del Producto Interior Bruto (en 2013 cerró en el 94%).
No ostante, las tres entidades de «rating» arrastran un prestigio devaluado por errores sonados como mantener la máxima nota de solvencia a Lehman Brothers hasta el mismo día que quebró. La crisis no ha provocado que las agencias revisen sus metodos, describe Delclaux, pero la nueva legislación europea les obliga a publicar un calendario anual con las fechas en las que anunciarán sus revisiones.
Crisis de imagen
Asimismo, la UE ha diseñado un supervisor para controlar las prácticas de las agencias y ha creado la Plataforma Europea de Calificación Crediticia para permitir a inversores, emisores y otras partes interesadas en las empresas calificadas el acceso a información sobre la calificación, incluidas perspectivas, tipo de evaluación y fecha y hora de la misma.
Porque, a pesar del descrédito, las tres agencias dominan el 96% del mercado de calificación soberano. Inversores institucionales y grandes fondos continúan comprando en función de las notas de «las tres grandes» y reduciendo su exposición a aquellas deudas soberanas rebajadas. De esta forma, una mejora de la nota tiene varios efectos beneficiosos sobre la economía. En primer lugar, para la financiación de todas las administraciones. La semana pasada, el Tesoro Público colocó 3.059,6 millones de euros en letras a tres y nueve meses a un tipo de interés mínimo del 0,17% y el 0,65% respectivamente. Moody’s también mejoró la nota de empresas públicas del Estado como Adif y de las comunidades autónomas .
Esta mejora en el acceso a la financiación y en sus notas de solvencia se traslada a las empresas y a los bancos que emiten deuda, ya que las agencias suelen incorporar un techo para que las notas de las compañías no puedan superar en dos escalones la nota del país donde están establecidas. Y si las entidades financieras se financian a un menor coste y mejora la calificación de los bonos públicos que tienen en cartera (un 30% de la deuda española está en manos de la banca nacional), esta situación también debería traducirse a un abaratamiento del crédito a las familias y hogares. Como fuere, en el estrado internacional parece que España ha dejado de ser el alumno rezagado frente a los examinadores del crédito. El aprobado ya no es raspado.
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