Austeridad: más tiempo mientras llega la recuperación
La Comisión Europea ha decidido apostar por una «reducción del ritmo» de la consolidación fiscal sin renunciar a las reformas
enrique serbeto
Los dirigentes europeos ya dieron una señal clara en la última cumbre del 15 de marzo: «El estancamiento previsto de la actividad económica en 2013 y los niveles de desempleo inadmisiblemente elevados ponen de relieve la crucial importancia de acelerar los esfuerzos prioritarios en favor ... del crecimiento, al tiempo que se persigue un saneamiento presupuestario favorable al crecimiento». Esta frase cuidadosamente redactada con la que se encabezaba el documento de las conclusiones de la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno, contiene la clave de esta apariencia de cambio de rumbo en la zona euro y que tiene que ver tanto con las expectativas de una recuperación en 2014 como, sobre todo, con el temor de que las consecuencias de la política de austeridad provoquen estallidos sociales a corto plazo o fomenten el desarrollo de fuerzas políticas populistas y demagógicas —antieuropeas— a medio.
El hecho de que este movimiento haya coincidido con la polémica sobre el informe de los norteamericanos Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff —cuyas tesis sobre los efectos nefastos de un endeudamiento público superior al 90% han sido citadas muchas veces como apoyo a las tesis a favor de la austeridad— ha tenido menos que ver en la revisión de la política que la situación social y las encuestas electorales en muchos países miembros. Si no se produce un cambio, las elecciones europeas de 2014 pueden tener un resultado catastrófico. Algunas voces, como el belga Roland Gillet, profesor de la Sorbona y la ULB, advierten de que «el rigor presupuestario no puede ir más allá sin correr un riesgo evidente de que haya un estallido social en Grecia o incluso en países como España, por su elevado paro», en la línea de lo que ya dijo públicamente el presidente de la Comisión, José Manuel Durao Barroso el pasado 22 de abril. «Aunque sigo pensando que [la política de austeridad] es esencialmente adecuada, también estoy convencido de que ha alcanzado sus límites . Para que tenga éxito, una política no debe ser simplemente buena desde el punto de vista técnico, sino que tiene que contar con un mínimo de apoyo político y social».
Aunque Barroso afinaría una semana después estas palabras, con una alabanza al papel de Angela Merkel que pretendía justificar la posición de la canciller alemana, de modo que ésta no aparezca como la responsable de los efectos que se pretenden combatir, lo cierto es que la Comisión decidió adelantar el anuncio de que ha concedido a España y Francia dos años más para alcanzar el objetivo de reducción de déficit del 3% del PIB, aunque en ambos casos los dos países estarían en la zona de insostenibilidad de la teoría de Reinhart y Rogoff. «La situación es diferente en los 27 Estados miembros, pero es evidente que gracias al esfuerzo de los tres años [de austeridad] ahora se puede reducir el ritmo» reconocían este miércoles fuentes muy próximas al presidente Barroso. «Pero si la Comisión ha decidido dar más tiempo a algunos países no es para dispensarles de la obligación de llevar a cabo las reformas necesarias, puesto que de otro modo, si el tiempo no se aprovecha para hacer reformas, nos encontraríamos igual que antes, solo que con más deuda, es decir, mucho peor».
Para Bruselas, Francia —que ni siquiera había pedido formalmente los dos años de plazo— es el factor más preocupante, teniendo en cuenta que la segunda economía de la zona euro no va bien, que su presidente, François Hollande, ha batido el record de velocidad a la hora de convertirse en el más impopular de la V República y que los sondeos no paran de alertar sobre el ascenso del ultraderechista Frente Nacional, antieuropeo y nacionalista: el «margen de maniobra extra» que la Comisión le ha dado a François Hollande debe servir para dosificar las reformas impopulares que hay que llevar a cabo en Francia, tanto en el campo del mercado del trabajo como la duración de la jornada laboral o en las pensiones y contención del estratosférico déficit de la seguridad social. «Por lo que sabemos —dicen las fuentes de la Comisión— el presidente Hollande tiene un compromiso fuerte de mantener el rumbo de las reformas y creemos que debe asegurarse de que los dos años serán utilizados para llevar a cabo las reformas», por impopulares que sean.Por supuesto, antes de nada están las elecciones generales del mes de septiembre en Alemania en las que Merkel se juega su reelección. Hasta ahora, la canciller pensaba que si aflojaba las riendas, sus electores le acusarían de estar utilizando el dinero de sus impuestos para pagar los vicios de los países mal administrados (de ahí la entrevista de Barroso a «Welt am Sonntag», destinada a endulzar las noticias sobre este reajuste político de la lucha contra el déficit).
Pero en realidad y aunque la Comisión no lo dice tan claramente, la decisión de retrasar dos años el cumplimiento del objetivo de déficit para España y Francia (por ser los países más grandes del grupo de los que tienen problemas) puede considerarse como una fórmula para dejar en suspenso la política de austeridad hasta el momento en que ya no sea necesaria, precisamente porque se haya recuperado el crecimiento. Las previsiones que dan por hecho que en 2014 se desencadenará la recuperación no representan solamente una esperanza para los países que atraviesan dificultades desde 2018: son en realidad la apuesta a todo o nada de la Unión Europea.
Austeridad: más tiempo mientras llega la recuperación
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete