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Antonio Ferrera pone Las Ventas como un volcán

Corta una oreja a la mansa corrida de Adolfo

Antonio Ferrera pone Las Ventas como un volcán paloma aguilar

andrés amorós

Tarde de toros ideal : sol, lleno total, esperanzas de que redondee su triunfo Fandiño, que tan fuertemente ha apostado en esta Feria de Otoño. Por desgracia, no es así: los toros no son fáciles pero Iván tampoco está inspirado. Ferrera da un gran espectáculo y corta una oreja.

Las reses de Adolfo Martín tienen buena presentación pero mansean, se apagan demasiado pronto, se paran.

Suponemos todos que Fandiño tiene que apretar. El resultado (dos silencios) expresa la decepción general. El tercero, muy cornivuelto, con cinco años y medio, sale huído, barbea tablas, flojea. A la muleta acude andando, es reservón. Iván le baja bien la mano , por la derecha, le arranca algunos muletazos; por la izquierda, queda demasiado corto. Y no se entrega a la hora de matar, como suele.

El último de la Feria echa las manos adelante, por su poca fuerza. En la muleta, vuelve rápido, no se entrega. Pero el diestro tampoco. No ha mostrado la firmeza habitual ni conectado con el público madrileño, como otras tardes. ¿Qué le ha sucedido ? No lo sé. La temporada próxima tendrá que arreglarlo.

Castaño acusa – creo – el peso de varios percances. Lidia bien al segundo, lo deja lejos, se luce moviendo el caballo Tito Sandoval . Aunque el toro tardea, brilla, como siempre, su extraordinaria cuadrilla : Marco Galán , en la lidia; Adalid – recuperado ya de la cogida de Nimes – y Fernando Sánchez , con los palos. El diestro aguanta parones; saca, con clasicismo, lo poco que tiene el toro: por la izquierda, nada. Pero mata mal (su habitual punto débil). El quinto embiste dormido, con la cara alta. Vuelve a saludar su cuadrilla. En la muleta, se revuelve, con genio. Castaño le saca pocos muletazos y vuelve a pinchar.

La temporada de su vida

Ferrera ha cuajado la mejor temporada de su vida, como lidiador total. Se entrega por completo , participa en todos los tercios, busca la variedad en una tarde que, sin él, hubiera sido soporífera.

El primer toro, metido entre los pitones, saca algunos muletazos y concluye con una buena estocada.

El gran espectáculo surge en el cuarto, que mansea, se frena y huye. Con listeza, aprovecha Ferrera la huida para enjaretarle chicuelinas. Dirige toda la lidia . Intenta banderillear ayudándose con el capote pero clava desigual y remata con dos emocionantes quiebros por dentro. Brinda al público, usa todas las carencias del toro para sacarle partido: manda, alarga la embestida, con mano baja; cuando la res se cae, se mete entre los pitones y, a media altura, consigue una gran serie, co n pasmosa tranquilidad ; concluye con naturales de frente.

La Plaza es un volcán, partido en dos: los que le aclaman y los que protestan. A la segunda, gran estocada y sigue dando naturales al toro , hasta que cae. Le conceden una oreja, en medio de una fuerte división: algunos reclaman la segunda; otros, protestan. Cosas de Madrid...

(Lea la crónica completa en la edición impresa de ABC y en Kioskoymas)

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