Andy García: «Lo que tiene que cambiar en Cuba es el embargo castrista de derechos humanos»

—¿Cómo encaja su personaje en este punto de su carrera?

—Cuando leí el guión me pareció que había una oportunidad de rendirle una especie de homenaje a los comediantes que he admirado a lo largo de mi vida. Personas como Peter Sellers, Tati, Buster Keaton, por supuesto Chaplin, Harold Lloyd...

—¿Esa carga cómica empieza por su aspecto, por su pajarita?

—Estaba escrito que tenía una corbata, pero me parecía que el concepto de la pajarita le daba un tono retro. Harold Lloyd era una persona sumamente elegante, con sus «espejuelos», pero como un pez fuera del agua. Además, uno de mis médicos se viste siempre así, con su camisa bien planchada y su pajarita. Un aspecto clásico pero al mismo tiempo cómico.

—¿Cree posible enamorarse en un día, como le ocurre a su personaje?

—Por supuesto (interrumpe). A mí me pasó. Lo tengo muy claro. Cuando conocí a mi esposa en una discoteca, en una barra... Cuando la vi, ya. Se acabó lo que se daba, como dicen los cubanos. Amor a primera vista. Pero en este caso van cogiendo esa energía poco a poco. Al principio arrancan con una especie de antagonismo.

—Por segundo año consecutivo sonó el castellano en los Oscar. Primero Cuarón y después Iñárritu. ¿Cómo se sintió?

—Muy orgulloso. Aparte son amigos, y uno siempre le desea lo mejor a los amigos. Son dos directores que admiro muchísimo por su talento, y el «Chivo» Lubezki [director de fotografía de Iñárritu], que también es amigo. Uno siempre siente una alegría total cuando sus amigos pueden lograr sus sueños y reconocen su labor de esa manera.

—¿Tiene actualmente más prestigio lo latino en Hollywood

—Creo que tienen prestigio porque son grandes artistas. El aspecto hispano es la cultura de uno, pero no es porque sea una moda. Lo que está de moda son los grandes directores, y ellos lo son. La cultura de uno influye mucho en la sensibilidad que tiene como artista. Sin duda. La sensibilidad, la emoción, todos los aspectos, de la alegría a la tristeza. Alfonso y Alejandro tienen mucha influencia de su vida en México en su sensibilidad. Sus valores familiares, su cultura, cómo piensan, cómo sueñan. Diría que tenemos eso en común. Pero lo más importante es que son grandes directores.

—Probablemente su papel más recordado es el de «El Padrino III». ¿La gente aún le habla de esa película

—Sí, cómo no, y me preguntan cuándo viene «El Padrino IV». Es como una telenovela. Quieren más, pero no veo ninguna indicación de que eso vaya a pasar. Aunque te puedo decir con seguridad que la gente la quiere ver.

—¿Qué le aportó ese papel?

—Fue una gran oportunidad y una bendición. No solo considero a «El Padrino I y II» dos de las grandes películas que se han hecho en la historia del cine . Tuvieron una relación muy particular con mi deseo de ser actor . Llegaron en el momento en que estaba empezando a pensar en la idea de tomar la actuación en serio, y cuando las vi me comprometí de una manera muy profunda con la idea de, algún día, poder hacer ese tipo de trabajo. Dio la casualidad de que el mundo da muchas vueltas y ahí me encontré con Francis [Ford Coppola] haciendo la tercera parte de la trilogía.

—Un actor , un artista en general, ¿debe compartir sus ideas políticas?

—Es un derecho de todo ser humano poder expresarse, especialmente si vive en un país libre. Tristemente yo vengo de un país donde uno no puede expresarse libremente sin el peligro de represión, y eso lo valoro muchísimo. Mis padres se fueron de Cuba para que yo pudiera tener ese derecho. Ahora, sinceramente, yo no me expreso políticamente, pero si alguien me pregunta, sí me expreso. Nunca ofrezco mi opinión sin que me pregunten, ¿me explico? Pero nunca me voy a morder la lengua si alguien me pregunta sobre algo que considero una injusticia. Si usted me pregunta, le contesto.

—¿Qué opina, pues, de la actual relación entre Cuba y Estados Unidos?

—Creo que, sinceramente, cualquier ayuda que se le da al régimen cubano, al régimen castrista, lo único que va a hacer es fortalecer a ese gobierno, y lo único que va a hacer es traer más represión. No solo es mi opinión, es la opinión del pueblo cubano y la disidencia cubana. Lo que tiene que cambiar en Cuba es el embargo de derechos humanos que tienen los Castro sobre el pueblo. Y las libertades absolutas de esa isla. Nada va a cambiar hasta que no termine el régimen de los Castro. Esa es la realidad.

—¿Qué le sigue ilusionando? ¿Qué le mueve a seguir buscando proyectos?

—He tenido la bendición de poder cumplir mis sueños, pero sigo soñando. Estoy escribiendo mucho más, hoy en día. Tengo dos proyectos que he escrito, no solo para trabajar como actor, quiero dirigir. Una película sobre la vida de Hemingway en Cuba, los últimos diez años de su vida y su relación con Gregorio Fuentes y su última esposa, Mary Welsh. Y un homenaje a la época del «film noir» y los grandes escritores como Raymond Chandler. Tengo mis proyectos personales y sigo involucrado en mi música, componiendo, y quiero grabar otra vez. Y de vez en cuando viene gente que me ofrece cosas que también me entusiasman. Me mantengo ocupado con mis nuevos sueños.

Andy García sueña con dirigir una película sobre los últimos diez años de Hemingway, cuando el escritor vivía en Cuba (ya dirigió «La ciudad perdida» en 2005). Además escribe otro guion de cine negro. Pero está de actualidad porque acaba de estrenar «Enamorarse», la comedia romántica dirigida por Adam Rodgers en la que el actor comparte protagonismo con la guapísima Vera Farmiga. Da vida a George, un atildado y próspero cirujano que se encuentra, por azar, con Edith, cuando ambos llevan a sus respectivos hijos a visitar una universidad.