Hazte premium Hazte premium

Que viene el Niño

Meteorólogos de Japón y EE.UU. creen que el planeta se enfrentaa un nuevo episodio de un fenóneno lleno de riesgos

j. f. alonso / j. olcina cantos

El Niño tiene nombre angelical, pero consecuencias que pueden ser devastadoras. Zarandea el mundo cada pocos años. Y 2012 puede ser uno de ellos. La Agencia Meteorológica de Japón ha advertido que resurgirá estos meses, de aquí al invierno. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), que no se ha pronunciado con tanta rotundidad, coincide sin embargo en que con bastante probabilidad aparecerá en los próximos dos meses. Y el Centro de Predicciones Climáticas de Estados Unidos (CPC) concluía en un reciente informe: «Casi la totalidad de los modelos dinámicos contemplan la aparición de El Niño a partir de julio-septiembre».

Los conquistadores y exploradores españoles llamaron El Niño a una corriente marina cálida, que se deja sentir en las costas del sur de Ecuador y norte de Perú por Navidad (de ahí el nombre, el mismo en todos los idiomas). La superficie oceánica de dicho sector es el hogar habitual de la corriente fría de Humbold, rica en nutrientes, que alimentan el fitoplancton, base de la existencia de ricas pesquerías. La llegada de estas aguas cálidas empobrece el contenido de nutrientes, y encoge la actividad pesquera.

Este fenómeno arruina la pesca y provoca sequía en diferentes zonas del mundo

En las zonas afectadas se registran temperaturas bastante superiores a las habituales, lluvias intensas e inundaciones, un acusado cambio ambiental con muchos problemas -entre ellos, las cuantiosísimas pérdidas causadas a las pesquerías- y alguna ventaja. Las lluvias estivales propiciadas por un episodio de estas características motivan abundancia de pastos, de manera que, si los aluviones no resultan catastróficos ni el arrastre de guano excesivo, el costeño los tiene, en su frágil economía, por años de abundancia.

Si El Niño que parece que llega fuera moderado, no se producirían grandes alteraciones atmosféricas. Pero si se tornase violento entonces la atmósfera terrestre experimentaría cambios importantes que llegarían a manifestarse también en Europa, con más lluvias torrenciales. Ya ocurrió así en los Niños más intensos de las últimas décadas, en 1972-73, 1982-83 y 1997-98.

Sequía o inundaciones

«El Niño» provoca sequía en Australia, algunas zonas de África, el sureste asiático e India, y en cambio lluvias en Japón o Norteamérica. Suelen disminuir las tormentas en el Atlántico y en el golfo de México. En cuanto a los efectos en el cultivo, son diferentes según cada región. Pueden aumentar los cultivos de maíz y de soja en Suramérica, o, si llueve demasiado, arruinar esas cosechas. Puede liquidar los campos de trigo en Australia o las cosechas de cacao en Costa de Marfil o Ghana, y las de arroz y azúcar en Asia.

En los países de la costa pacífica iberoamericana, El Niño se salda con pérdidas en las producciones agrarias y daños por inundaciones en viviendas e infraestructuras. En 1982-83 ocasionó pérdidas por valor de 3.000 millones de dólares en Perú, Ecuador y Bolivia. Por otra parte, dejó un rastro de más de 300 muertos por hambre en Indonesia, mientras que en Australia, amén de agravarse los efectos de los incendios forestales, se perdían la mitad de la cosecha de trigo y numerosas cabezas de ganado, con unas pérdidas de 2.500 millones de dólares.

El Niño suele relacionarse con lluvias torrenciales e inundaciones como en 1973, 1982 y 1997

En ese episodio de 1982-83, los daños económicos vinculados a episodios atmosféricos extraordinarios en diversas partes del planeta se evaluaron en trece mil millones de dólares, y las víctimas en más de 2.000.

La relación entre clima y alimentación es crucial. Baste un ejemplo: la sequía más grave en Estados Unidos en 56 años ha provocado la peor cosecha de maíz desde 1995, lo que a su vez aumentará su precio en el mercado hasta cifras históricas. En ese contexto, y en plena crisis global, llega la amenaza de un nuevo episodio de El Niño.

En España, el Niño suele relacionarse con lluvias torrenciales e inundaciones (así ocurrió en 1973, 1982, 1997), mientras que la Niña implica sequía. Por ahora, la llegada de El Niño es un horizonte muy probable, aunque, eso sí, los meteorólogos confían en que tenga una intensidad moderada. Claro que el último verdaderamente fuerte se remonta a 1997-98... y acostumbra a repetirse cada quince años.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación