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España, ciudad de vacaciones

jesús lillo

El sueño de Angela Merkel es pedirse una buena jarra de cerveza en una economía emergente que, en avión, le coja a dos horas y media de su casa. España, por poner un ejemplo. Mallorca, para más detalles. Cuando lo del euro, los países en vías de desarrollo quedaban muy lejos del centro de Europa y, en plena reunificación, entre tanto sacrificio, salía más barato quedarse de cañas en Berlín que venirse a España, donde, a pie de calle, un botellín de agua en la Gran Vía madrileña llegó a costar 1,50 euros. Hoy sale por 0,80. Los planes le están saliendo a Angela Merkel .

No es que la canciller alemana haya proyectado el progresivo hundimiento económico de los países que peor -en su día mejor; que les quiten lo bailado - se han adaptado al cambio de una divisa cuyo manejo exigía más cabeza que corazón , pero se está esforzando en marcar distancias para, con el tiempo, ya falta menos, establecer un corte meridiano que en sentido horizontal defina las distintas estancias del nuevo escenario continental. Por sus precios los conoceréis.

Los datos del paro de junio avalan la tesis de que España vuelve a los años sesenta

El histórico volumen de desempleados que el pasado mes de junio consiguió un puesto de trabajo, con la hostelería como tabla de salvación, confirma la progresiva transformación de España, país de vacaciones, en un Marina D'Or de dimensiones colosales. La imparable rebaja del nivel de vida de los españoles sitúa a nuestro país en una posición evidiable para repetir la jugada de los años del desarrollismo y pegar un pelotazo playero de los que hacen historia, y no solo de manera estacional, para aprovechar el descanso de la minoría nacional que aún conserva su empleo, sino para reconstruir desde cero , o desde 0,80, lo nuestro es el regateo y el redondeo, un sector clave para el nuevo reparto del paisaje europeo. La reconversión de España en un país en vías de desarrollo, con un Ibex con balcones a la calle y cada vez más desconectado de la ruina doméstica, tiene enormes ventajas por la posición meridional que ocupa y la meteorología que le acompaña. Eso lo sabe bien Angela Merkel, quizás ajena al comienzo de esta crisis, pero decidida a ralentizar la toma de decisiones que evite una ruptura que, de carambola, colocaría a Alemania en un espacio geográfico impensable hace solo cuatro años y lleno de posibilidades para todos. También para España. Algo hay que hacer en la vida, aunque sea, como se dice ahora, lo que exige una economía emergente.

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