«A los niños no les hagas daño», pidió a Bretón su cuñado en septiembre
Dos días antes de la desaparición de Ruth y José, dejó solos a sus sobrinos en la calle para experimentar cómo se comportaban
CRUZ MORCILLO
El cuñado de José Bretón , José Ortega García , casado con su hermana Catalina declaró ante la Policía que a finales de septiembre pidió a su cuñado que no hiciera daño a los niños (Ruth y José). Ortega refirió en su declaración del ... día 13 de octubre, cinco días después de la desaparición de los pequeños, que a finales de septiembre mantuvo una conversación con Bretón sobre cómo se encontraba tras iniciar el proceso de separación con Ruth Ortiz.
«Lo vi muy afectado y muy dolido con su mujer (...) en un momento dado me insinuó que se la tenía guardada a Ruth». Ortega no recordaba los términos exactos de esa charla entre parientes con una buena relación, pero sí que él se quedó con la sensación de que su cuñado «podía tener alguna intención de hacerle alguna trastada a Ruth».
«Tanto le asustó lo que José le dijo -recoge el sumario- que recuerda que le comentó que no se le fuera a ocurrir darse un golpe con el coche cuando estuviera con los niños , que si quería hacerle algo a Ruth que fuera y le diera un guantazo, pero que a los niños no les hiciera daño».
Los investigadores destacan que esa conversación se produjo a finales de septiembre, es decir, en los días en los que se enmarcan la mayor parte de las actividades por él realizadas relacionadas con la desaparición de los niños -se refieren a su visita a un psiquiatra para que le recetara ansiolíticos y antidepresivos que no han sido encontrados o a sus continuas estancias en la finca de «Las Quemadillas», entre otros-. Es en esos días, a la vista de lo investigado, cuando «la conducta de Bretón muestra más situaciones atípicas».
En esa misma declaración, Ortega refiere un episodio inquietante, que más tarde confiaría el propio Bretón al policía que se convirtió en su sombra entre los días 10 y 17 de octubre. Ortega situó ese hecho el día 6, dos días antes de que desaparecieran Ruth y José.
Ortega pidió a su cuñado que llevara a sus dos hijos al colegio, porque ni su mujer Catalina ni él podían y la señora que los cuidaba se había roto una costilla y no podía llevarlos. Cuando Bretón y sus dos sobrinos iban camino del colegio les dijo que se le habían olvidado las gafas de uno de los niños y tenía que volver a casa para recogerlas.
Los pequeños se quedaron solos sentados en un banco hasta que volvó su tío. Se lo contaron a su padre y este se lo recriminó a Bretón. La respuesta que recibió fue que no se preocupara porque en realidad ni se había olvidado las gafas ni se había marchado, sino que se había escondido mientras observaba a los críos para ver cómo se comportaban si los dejaba solos.
Según la Policía, el imputado buscaba un referente de comportamiento en circunstancias en las que dos niños se vieran solos de cara a lo que había planeado hacer con sus hijos. Al policía-sombra le relató el episodio con alguna variación y le dijo que los estuvo mirando hasta que apareció una señora que los conocía y que al verlos solos se puso a hablar con ellos y «ahí se jodió la historia».
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