El exiguo margen de Hollande para «reorientar» la política europea
La capacidad de maniobra del futuro presidente francés es limitada. Berlín ya ha dejado claro cuáles son las líneas rojas: ni eurobonos, ni plan Marshall con dinero germano
alberto sotillo
El ganador de las elecciones presidenciales francesas , el socialista François Hollande , se propone «reorientar» la política europea para que la austeridad «no siga siendo una fatalidad» . Pero su margen de maniobra es estrecho, ya que la mayoría de los socios europeas ... y las instituciones de la Unión se inclinan más bien por la competitividad y las reformas a la hora de hablar de crecimiento.
«Como responsable del futuro de nuestro de país, me digo que Europa nos está mirando», afirmó Hollande antes de asegurar que su victoria «en varios países ha sido un alivio, una esperanza». En los países del sur más agobiados por la crisis crece la expectativa de que la victoria de Hollande pueda relajar los agobiantes plazos impuestos para la reducción del déficit y el saneamiento de las cuentas públicas. Pero de ahí a compartir las alegres promesas del socialista media un abismo.
La primera cita internacional de Hollande será su inmediato encuentro con la canciller alemana, Angela Merkel . Tanto Hollande como Merkel, por temperamento, son políticos inclinados al consenso. Pero los responsables germanos ya han señalado cuáles son las líneas rojas que la canciller no va a traspasar: ni se va a renegociar el Pacto Fiscal ni se van a aplicar medidas de estímulo que, a la postre, terminarían siendo financiadas por Alemania. Así que ni eurobonos, ni bonos para el crecimiento, ni plan Marshall con dinero germano. Como mucho, el impuesto a las transacciones financieras internacionales, alguna medida cosmética y el principio político de que las instituciones europeas ya no solo tendrán en cuenta la austeridad, sino también el crecimiento.
La capacidad de maniobra de la economía francesa, además, es muy limitada. La deuda pública del país se acerca al 90 por ciento del PIB , y casi el 60 por ciento de esta se encuentra en manos de inversores extranjeros, que intentarían deshacerse de la misma en cuanto sospechen peligrosas heterodoxias con las finanzas. Y en vísperas de las inmediatas elecciones legislativas de junio, lo último que necesitan los socialistas es una campaña de presión sobre su deuda, como la sufrida por España o Italia. O la rebaja de su nota por las agencias de calificación internacional.
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