Ajuste de cuentas en el Teatro Real
La dimisión del administrador general del coliseo es el resultado de un largo enfrentamiento con Mortier, que alcanzó el clímax en «San Francisco de Asís»
SUSANA GAVIÑA
La tormenta en el Teatro Real estalló ayer, pero ya venía gestándose desde hace tiempo. A pesar de la imagen de continuidad y estabilidad proyectada tras el Patronato celebrado por la mañana, en el que fue renovado Gregorio Marañón, como presidente del órgano rector, ... prorrogando así su contrato cinco años más (concluía en diciembre de 2012), existía un mar de fondo de tensiones cuyo acto final fue representado ayer, con la dimisión del administrador general, Alfredo Tejero.
La decisión de Alfredo Tejero sorprendió a muchos pero no a todos, pues eran conocidas sus discrepancias con Gerard Mortier, director artístico del Real, desde hace tiempo. La más dura, aunque no la última, tuvo lugar al parecer el pasado verano, y fue motivada por el estreno de «San Franciso de Asís» de Messiaen : el título que había levantado más expectativas la temporada pasada, y el más importante para Mortier.
Un montaje no exento de numerosos problemas, como el cambio de escenario, previsto inicialmente para la Caja Mágica y trasladado finalmente al Madrid Arena, con los consiguientes gastos para adaptar el espacio, cambiar el taquillaje, etc, que pusieron en peligro su estreno. Unos costes que se sumaron ya a los de traer a la Sinfónica de Baden-Baden – Friburgo (130 personas). Según fuentes consultadas por ABC , el coste del montaje rondaría los 2.7000.000 euros. Al parecer, Tejero se mostró a veces en desacuerdo con algunas de las partidas presupuestarias, e incluso se negó en ocasiones a firmar los gastos . Esto abrió una brecha importante entre el administrador —a quien aquellos que le conocen califican de hombre «riguroso» y «perro guardián» de las cuentas del Real— y el director artístico, que no ha hecho más que acrecentarse debido al desarrollo de la situación económica que atraviesa el teatro madrileño.
El descenso de la venta de abonos (un 13%) y de entradas no ha ayudado nada a mejorar esta relación. Un descenso provocado por la crisis, claro está, y también por el rechazo de parte del público a la programación de Mortier. Es cierto que los responsables del teatro no cesan de presumir de la ocupación de la sala, un 95%, pero no precisan que quien llena —y no siempre— el teatro es un público más joven que compra la entrada en el último minuto (pagando el 10% del valor total del precio) o gracias a un convenio con la Universidad (en ese caso es gratis).
La consecuencia de esto es clara: la taquilla se resiente y no alcanza los 150.000 euros, más o menos, que el Real recaudaba antes por representación (los títulos con diez funciones se suponen un millón y medio de euros de ingresos). Es precisamente el dinero de taquilla, que al año alcanza antes 17 millones de euros, el que se destina a la programación artística . Si esta partida deja de ingresar, el conjunto del presupuesto lo nota.
Cuando este desequilibrio se produce, no son muy bien vistos algunos de los gastos extraordinarios de los colaboradores del director belga, «que viajan en business class y se alojan en el Ritz», según apuntan algunas fuentes.
Para agravar el tema, se suma ahora la negociación del convenio de los trabajadores del Real, a los que ya se les bajó el sueldo, entre un 3 y un 5%, el pasado año, y que podrían sufrir otro recorte más importante aún. Las tensiones pasadas y la difícil situación a la que se enfrenta el coliseo madrileño habrían hecho mella definitivamente en Tejero, que llegó al Real de la mano del director general Miguel Muñiz, en 2004.
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