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Una herencia envenenada

El nuevo Ejecutivo recibirá un legado de cinco millones de parados, una economía en zona de rescate, a punto de entrar en recesión y con un agujero en sus cuentas de más de 70.000 millones

Una herencia envenenada

YOLANDA GÓMEZ

El Gobierno que salga hoy de las urnas recibirá una herencia económica muy difícil de gestionar. Ni los observadores más pesimistas imaginaban la situación límite en la que se llegaría a este fin de legislatura: una economía en zona de rescate, al borde de la recesión, con casi cinco millones de parados y un déficit público que se situará entre los 70.000 y los 80.000 millones de euros.

De formar parte de la «Champions League» de la economía mundial, como le gustaba decir a Rodríguez Zapatero en sus primeros años de mandato, España ha pasado a estar incluida en el grupo de los países más denostados de la periferia europea, hasta el punto de estar a un paso de requerir la asistencia internacional. Y no hablamos de rescate porque los analistas coinciden en que, al igual que Italia, España, por su tamaño, no es rescatable. El fondo de estabilidad europeo no tiene suficientes fondos para auxiliar a ambas economías.

Por tanto, la primera tarea del nuevo Ejecutivo será tratar de recuperar la confianza en la economía española. Y el problema es que la situación es tan límite, que debe convencer a los mercados desde el minuto uno, no ya de estar formado el Gobierno, entorno al 20 de diciembre, sino incluso en el minuto uno tras ganar las elecciones.

Y para generar esa confianza, el primer problema con el que tendrá que lidiar será el del déficit público. El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero se ha comprometido en Bruselas a reducir los números rojos del país al 6% del PIB este año. A estas alturas del ejercicio la tarea parece casi misión imposible. El Gobierno socialista insiste en que la Administración central sí cumplirá su objetivo, pero la desviación acumulada por autonomías y Seguridad Social en lo que va de año parece difícilmente corregible . Por tanto, el déficit público puede cerrar el año entre los 70.000 y los 80.000 millones de euros, con una desviación de entre 10.000 y 20.000 millones respecto a lo previsto. El nuevo Ejecutivo, por tanto, tendrá que aprobar un Presupuesto para 2012 con un ajuste superior a los 30.000 millones para poder cubrir esta desviación y cumplir los objetivos exigidos por Bruselas.

Y la deuda acumulada por el sector público español, que llegó a situarse por debajo del 40%, casi se ha duplicado en apenas cuatro años.

Recaída de la actividad

Por si esto fuera poco, la economía española, tras atravesar la recesión más larga de su historia reciente, y lograr un ligero avance en el último año, vuelve a estar a las puertas de la contracción. La Comisión Europea ya ha avanzado una recaída del PIB de una décima para el próximo ejercicio. Lejos quedaron los años de bonanza y los elevados crecimientos que podrían ayudar al Ejecutivo a aumentar los ingresos públicos y equilibrar sus cuentas. Y con las arcas vacías, la posibilidad de incentivar el crecimiento económico a través del gasto público, como trató de hacer Rodríguez Zapatero con sus múltiples planes E —con escaso éxito, eso sí— es nula. Por el contrario, el imprescindible ajuste fiscal y la necesaria contracción del los presupuestos de las adminsitraciones pueden suponer una losa para la recuperación.

Pero la losa más pesada serán los casi cinco millones de parados con los que se cerrará la legislatura. La tasa de desempleo, que estaba situada en el 11% cuando Zapatero llegó a la Moncloa en 2004, y que llegó a bajar hasta el 8% en 2007, en vísperas del estallido de la crisis, se ha duplicado ampliamente en esta última legislatura hasta alcanzar casi el 22%.

La tímida reforma laboral aprobada por el Ejecutivo bajo la presión de Europa y de los mercados hace algo más de un año se ha mostrado totalmente insuficiente para reactivar el mercado de trabajo español. Y en este punto hay unanimidad. Todos los expertos coinciden en que aprobar u na nueva regulación del mercado de trabajo debe ser una de las primeras tareas del Ejecutivo.

La herencia de Rodríguez Zapatero pasa también por un inacabado saneamiento del sector financiero español. Tras año y medio de reformas y reestructuraciones se ha avanzado en la disminución del número de entidades financieras que hay en el país, y en los ajustes de oficinas y de empleo, pero el crédito sigue sin fluir. Y la confianza en el sistema financiero español sigue ausente. De modo que sanear los activos inmobiliarios sigue siendo una tarea inacabada.

«En suma —apunta un informe de Freemarket Corporate Intelligence sobre las perspectivas de la economía española— España no está fuera de la zona de peligro del euro, sino inmersa en ella. Los desequilibrios y las debilidades estructurales acumuladas durante los años de bonanza y la capacidad del Gobierno de hacerles frente han creado una situación explosiva. En estos momentos todo está por hacer».

Mucho por hacer

Argumenta la consultora que está pendiente «el ajuste presupuestario, el saneamiento y reestructuración del sistema financiero y las reformas estructurales, en especial la del mercado de trabajo».

Eso sí ante las presiones de los mercados, Rodríguez Zapatero aprobó una reforma del sistema de pensiones que le ha avanzado el trabajo al Ejecutivo entrante, que será quien tenga que aplicarla.

Esta es, probablemente, la peor herencia económica que ha recibido un gobierno en España durante los más de 35 años de democracia fruto, sin duda, de la gravedad de la crisis económica y financiera internacional pero, también, de los errores de política económica cometidos.

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