Dentro del aeropuerto fantasma
Se planteó como tabla de salvación de toda una provincia, pero ha terminado siendo un negocio ruinoso en el que se han dilapidado entre 600 y 1.000 millones. Tras el último despegue de Vueling, hoy el aeropuerto de Ciudad Real no sirve para casi nada
rhodelinda julián
Lo encontramos perdido, absorto y enfrente de un cartel que recuerda un sueño evaporado: «Ciudad Real, Puerta del Cielo». Es la publicidad que adorna los pasillos vacíos del aeropuerto estrenado hace tres años pero que todavía huele a nuevo y sin usar. Carlos es uno ... de los muchos jóvenes que crecieron con la ilusión de un proyecto que les auguraba un futuro ahora incierto. Se formó como técnico de mantenimiento en una Fundación creada ad hoc, «Virtus», y que el pasado jueves no pasó la certificación de Aviación Civil para seguir su actividad por falta de liquidez. Es uno de los muchos ejemplos de organismos, instituciones y empresas que nacieron al calor de un proyecto que supondría un activo económico importante para Ciudad Real y Castilla-La Mancha pero que han ido cayendo por efecto dominó al amparo de rumores y gestiones cuestionadas.
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Carlos nació el mismo año que el proyecto que debía marcar su vida. En 1985 la Cámara de Comercio de Ciudad Real realizó el primer estudio sobre la conveniencia de situar un aeropuerto en la ciudad. Pasaron los años hasta encontrar el momento idóneo. La construcción del AVE —que situó a la ciudad manchega a 50 minutos de Madrid— y la congestión del aeropuerto de Barajas animaron a que la Cámara, los Ayuntamientos de Ciudad Real y Puertollano, la Diputación, la Junta de Comunidades, la Caja de Castilla-La Mancha y otros inversores privados desempolvaran su vieja idea. La idea inicial es que el futuro aeropuerto funcione como complemento a Madrid en el transporte de carga . Y entre todos fijan también el emplazamiento: un lugar de la Mancha situado en un punto equidistante entre las principales poblaciones, una zona protegida por la Unión Europea con la certificación ZEPA por la importante comunidad de aves que la habitan. Se trata de suelo rústico. Pero eso tampoco es un problema. Consiguieron convertirlo en industrial. Los particulares lo vendieron a menos de 50 céntimos el metro cuadrado. Otros hicieron su agosto.
La votación clave
Hasta 2004 no empiezan las obras. Pero antes tienen que superar un último escollo. Diversos colectivos ecologistas habían puesto el grito en el cielo ante la Comisión Europea, que a veces escuchaba y que finalmente se quedaría sorda. La baza: un órgano consultivo creado para evaluar el impacto ambiental, el DIA, compuesto por los alcaldes de Ballesteros de Calatrava, Villar del Pozo y Cañada de Calatrava —localidades afectadas por el aeropuerto— y representantes de la Junta de Comunidades, Fomento, Medio Ambiente y los ecologistas. La votación, no vinculante, «salió a favor con el apoyo de los alcaldes, que pusieron el interés general de desarrollo económico de sus pueblos por encima del desastre medioambiental», declara uno de los ecologistas que vivió de cerca la situación. También votó a favor la Junta, presidida por Jose María Barreda, quien dedicó casi toda su legislatura a apoyar esta infraestructura, convencido de la riqueza económica que generaría en la región.
De la ejecución de la obra se encargaron las empresas lideradas por los principales impulsores del proyecto: Díaz de Mera, Ignacio Barco, Méndez Pozo y León Triviño. Este último era entonces el responsable de la Cámara de Comercio. Hoy justifica su apoyo acérrimo al « seguir las instrucciones del Ministerio de Economía para impulsar el comercio exterior con la construcción de un aeropuerto de carga », matiza. Rehusa hacer más declaraciones al respecto sobre una infraestructura que para él no ha tenido el apoyo suficiente de las instituciones, las mismas que han invertido millones de euros en su desarrollo, llevada a cabo por su propia constructora.
«Parece que el negocio del aeropuerto estuvo más en la construcción que en la explotación», relata el periodista Carlos Otto, uno de los principales críticos con la infraestructura, quien fue despedido de forma fulminante de su medio de comunicación —regentado por uno de los accionistas del aérodromo— por opinar en su blog personal acerca de lo que él llama «tejemanejes de unos pocos».
En venta a un jeque
Un año antes de su inauguración en 2008, los socios habían ofrecido el aeropuerto a un jeque árabe por 4.000 millones de euros. «La ecuación es clara», explica Reus. «Te forras gracias al erario público y luego vendes. No hay que olvidar que la Junta es accionista del aeropuerto a través de la empresa CR Aeropuertos, sin contar los Ayuntamientos de Ciudad Real y Puertollano que donaron a fondo perdido 10 millones de euros cada uno», explica.
Ajeno a esta historia, Carlos sigue enfrente del cartel del aeropuerto que reza «Despegan nuestros sueños». Algo así ocurrió entre 2000 y 2005. Pese a las disputas internas, que rara vez saltaban a la opinión pública, lo cierto es que el proyecto despertaba la ilusión de los jóvenes. Hoteles, restaurantes, empresas de logística y energía, nuevas viviendas... Las perspectivas de futuro eran enormes. «El Reino de Don Quijote» , un resort de ocio y negocios, sería la guinda de la tarta. Pero se quedó por el camino.
Cuando la crisis se generaliza, el aeropuerto de Ciudad Real despega, el 19 diciembre de 2008. No sin antes haber burlado la negativa de Bruselas por no pasar el impacto medioambiental, y llegar a un acuerdo, publicado en el BOE de ese mismo mes, por el que el Gobierno central autorizaba su explotación sin someterla a la declaración de impacto medioambiental a cambio de que la circulación para los aviones del Ejército español tuviera coste cero.
Desde entonces, cuatro compañías han pasado por un aeropuerto concebido para la carga pero que en determinado momento se decidió que fuera para pasajeros. Casi a la desesperada, la Junta de Comunidades creaba hace un año la empresa «Infraestructuras Aeroportuarias de Castilla La Mancha». El objetivo era reflotar un proyecto que nunca dio los resultados económicos esperados. CCM firmó su acta de defunción al asumir el 35 por ciento de las acciones y otro 33 por ciento de aval económico que no rentabilizó y desembocó en el primer rescate a una caja en nuestro país. Con la empresa creada por el Gobierno de Barreda, se inyectó de 2,3 millones de euros a la última esperanza depositada en Vueling y disfrazada de un contrato publicitario turístico sobre Ciudad Real del que apenas hay muestra alguna.
Acabado el dinero, se acabó la ilusión. Cospedal ordenó el cierre de esta empresa creada a tal fin y Vueling voló a otros aeropuertos más rentables. Del futuro de Carlos, ni se sabe. La Consejería de Educación dice que se responsabilizará de los trámites burocráticos para recuperar la certificación perdida, pero si la Junta no sufraga los 500.000 euros necesarios antes del próximo viernes, su formación acaba. Igual que sus sueños, que solo son una paradoja de ese cartel que deja a sus espaldas.
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