El Bolshoi recupera su esplendor
El histórico teatro moscovita reabre sus puertas el viernes, tras seis años de reformas, que podrían haber superado los 560 millones de euros
RAFAEL MAÑUECO
Desde su fundación, en 1776, el edificio histórico del Teatro Bolshoi de Moscú, declarado por la Unesco patrimonio de la Humanidad, ha pasado por todo tipo de vicisitudes, incendios y bombardeos incluidos, y ha estado amenazado de cierre y hasta de demolición por los bolcheviques. ... Pero, al igual que el ave Fénix, siempre logró resurgir de sus cenizas. Este emblemático teatro reabre sus puertas el viernes tras seis años de polémica y turbulenta remodelación. Lo más granado de la élite rusa se acicala ya para asistir a un evento que tendrá una gran resonancia. No ha habido venta de localidades para la gala de apertura. Se podrá asistir solo con invitación. Plácido Domingo es uno de los artistas que amenizarán la velada. Habrá pantallas gigantes en el exterior del teatro para que los moscovitas puedan seguir el acontecimiento. Guerlain se une al festejo sacando al mercado un nuevo perfume, «Le Bolshoi», que se venderá en la capital rusa a partir del jueves por 18.500 rublos (unos 430 euros).
La reconstrucción ha devuelto al Bolshoi su majestuosidad imperial. La sala principal y la situada en el ala derecha, que antes servía para los ensayos del coro, han recuperado el aspecto con que las concibió el arquitecto italiano Alberto Cavos en 1855 por encargo del Zar Alejandro II. Del palco de autoridades ha desaparecido la hoz y el martillo, que han sido sustituidos por el águila bicéfala. La misma suerte ha corrido el escudo soviético que coronaba la fachada principal. La sala rectangular del ala izquierda ha quedado como era en 1895, cuando fue remodelada para acoger, al año siguiente, la recepción posterior a la coronación del Zar Nicolás II. La placa que recuerda aquella fecha ha sido puesta de nuevo en el sitio que ocupaba.
Menos asientos
El telón es una copia del que se instaló en 1856. Pesa más de 700 kilos, en una sola pieza, y reproduce la escena de la victoria rusa en el enfrentamiento bélico de 1612 contra los polacos. El foso de la orquesta es ahora mayor y la superficie general de todo el inmueble ha pasado de algo menos de 31.000 metros cuadrados a casi 73.000. Pero el número de asientos en la sala principal se ha reducido de 2.100 a 1.720. Lo único que se ha conservado como en la época soviética ha sido la cafetería, que data de 1937, y el despacho que Stalin se hizo construir tras un palco situado junto al escenario. Pero la novedad fundamental es la sala emplazada en el subsuelo, a 18 metros de profundidad bajo la entrada principal del teatro. Se llama Beethoven y es un auténtico «transformer». Servirá para ensayos y conciertos de cámara.
El viejo Bolshoi está comunicado con el resto de los edificios del complejo, incluida la nueva escena que se acabó de construir en 2002 para albergar los espectáculos mientras se realizaban las obras, mediante un puente y una galería bajo tierra. Al otro lado se encuentran también las salas de danza, que incluyen una nueva tecnología en el parqué para disminuir el riesgo de lesión de los bailarines.
Declive imparable
El insigne teatro ruso, tras la desintegración de la URSS, entró en una etapa de declive imparable. Yuri Grigoróvich, conocido mundialmente por su coreografía del ballet «El Lago de los Cisnes», fue apartado de la dirección del Bolshoi en 1995, en medio de una aguda controversia. Le acusaron de excesivo clasicismo. A Grigoróvich se le asociaba demasiado con la etapa soviética del teatro, en la que, según decían, «se había estancado sin poder ofrecer nada innovador». Fue sustituido por Vladímir Vasiliev, quien no pudo contener la desbandada de artistas debida a las malas condiciones laborales y a los pésimos salarios. Vasiliev indignó además al público eliminando del ballet de Grigoróvich el cisne negro. Vladímir Putin lo cesó en agosto de 2000, nombrando en el cargo a Anatoli Iksánov.
Pero el edificio se caía a pedazos y era urgente acometer su restauración. Una corriente de agua subterránea estuvo a punto de derrumbarlo. El teatro se cerró para iniciar su reparación el 1 de julio de 2005. Debería haber durado tres años, pero los trabajos no comenzaron hasta el otoño de 2009. Aquel año la Fiscalía General rusa tuvo que tomar cartas en el asunto por «apropiación indebida de fondos», aunque nadie ha sido todavía inculpado. Lo que nadie sabe es cuánto dinero ha ido a parar a la remodelación del Bolshoi. Primero se habló de una cifra en torno a los 200 millones de euros, Iksánov admite que se han gastado 560 millones y hay expertos que afirman que el desembolso se aproxima a los mil millones de euros.
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